No es el amor
Quise que me dijera su voz más pura,
la latitud del agua de sus ojos,
la antigüedad de los santuarios en que, muy a menudo,
desnudaba su fe celosamente.
Que leyera el mensaje anillado a las alas
despóticas del viento,
que me esperara un día que no fuera bisiesto.
Y que en sus labios rojos llevara la tristeza
de un verso inacabado para reconocerla.