Poemas humanos


Quiero hacer poemas

con realidades,

donde solo duela

que no sufra nadie.


Con protagonistas

de cuento y de calle,

con mentiras miles

y ciertas verdades.


Poemas donde entren

todos los que salen,

todos los que sobran,

todos los que saben.


Poemas con asnos

y con majestades,

con estrofas jipis

y anáforas panquis.


Con muertos de risa

y devorahambres

y flores que huelan

a síndrome de ásperger.


Poesías libres

con talla de circo,

con altura de ave,

con verdad de amigo.


Poemas muy simples

con cara de pillos,

con alma de fiesta

y salud de libro.


Donde quepa el zurdo,

el famoso, el bizco

y el listo más tonto

y el torpe más listo.


Quiero hacer poemas

como un día de a diario,

con gente corriente,

con buenos y malos.


Con días azules

y meses nublados…

Ustedes me entienden:

poemas humanos.

Año necesario



Año necesario

Tendrá que ser pronto, porque es necesario. Ahora, quizá, sin demora alguna. Sin más dilación. Reventará un año y emergerá un mundo diferente y próspero. Una sucesión de siglos triunfantes. Un ciclo propicio para los jirones de la libertad y las trabazones de los sentimientos. Una época íntegra con aire muy puro y corazón sano. Y de este futuro tan próximo y ruin, tan opaco y frío, tan mediocre y yermo, tan timado y lúgubre, haremos pasado. No puede atrasarse. Ha de suceder. Tendrá que ser ya. Urge su llegada. Estamos cansados.

Volverán los campos a sentir el silbo de los labradores, la azada el grosor del hambre y la siembra, y el amanecer el canto del gallo. De nuevo estarán los pueblos repletos de humanos radiantes, las aldeas pobladas, las cuadras calientes del vaho del ganado. Los altos graneros colmados de viandas. Y las chimeneas humearán todas al caer la noche, cuando los hogares enciendan la hora del fuego sagrado. Volverá el bullicio de los lavaderos y el rumor de brisa de la ropa blanca. Y la voz obrera del que anuncia el pan, día a día, temprano. Y la primavera con su pensamiento fulgurante y regio, con sus carruseles de deseos silvestres y fragancias púberes y tardes larguísimas y horizontes amplios.

La tierra pondrá su benevolencia. Lo mismo que el agua, la espiga y el árbol. Así como el clima, la salud y el grito. La sombra, el respeto, el otoño, el sol, el afecto, el canto. Y por vez primera sobrarán recursos para la equidad y el contentamiento. Cada cual tendrá lo mismo que el otro, como cinco dedos hay en cada mano. Abundarán aves, frondas, peces, bayas. Buena voluntad, tesón, tolerancia. Y caminos fáciles portarán vigencia a los relegados. Nunca será poco lo que es suficiente. Nunca faltará lo fundamental. Jamás el exceso hará tanto daño.

Un transcurso blanco como nieve blanca. Un espacio limpio cual arroyo intacto. Con luz, con moral, con honestidad, plenitud y credos. Querremos vivir, dilatar los meses, prorrogar los años. Unos seres nuevos, proclives al bien, con hondos sentidos, que procurarán a todo su esencia, a todos, su espacio. Todo con el mérito que le corresponda. La luna, su cielo, la paz, su infinito. Los padres, sosiego, el joven, trabajo. Pero apremia el tiempo. Andamos perdidos. No hallamos salida. Ha de ser muy rápido.

(La Nueva España, enero 2014)



 

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