El cantu'l tordu


Cántame, tordu,
necesito creer qu'esti branu nun cambia,
que la lluz nun avieya.
Que soi yo quien enturbia la eternidá d'agostu,
que yo soi quien la mira
colos gûeyos cansaos.

Pero tu, cántame,
agora y siempre.

Qu'al escuchate sienta
que sigo aína en mi
o que, al menos, sí tuvi
ciertamente conmigo.

El canto del mirlo


Cántame mirlo,
necesito creer que el verano no cambia,
que la luz no envejece.
Que soy yo quien opaca la eternidad de agosto,
que soy yo quien la mira
con los ojos cansados.

Pero tú, cántame,
ahora y siempre.

Que al escucharte sienta
que sigo aún en mí
o, que al menos, estuve
ciertamente conmigo.

Habanera en el Malecón


Mueve sus ángulos
mulatos
como la fruta hace en los árboles.
Tiembla la carne en su belleza
como la brisa entre
la ropa.
Luce colores a la vida
como las flores de la selva.
Se acerca siempre al malecón
como la luz, puntual
y sola.
Mira el océano impasible,
fuma de prisa y se ata el pelo.
Si el horizonte se alcanzara,
si fueran ciertas sus barreras.
Lanza los lirios de su blusa
al mensajero de las olas.
Siempre se va después de ver
que nada cambia,
que nada es cierto
que nadie importa.
Cruza la calle. Se suelta el pelo.
Y ante la luna de un almacén
pinta los labios. Cuando ha contado
su pena al agua,
cuando ha esperado un día más
como otros días,
se ve bonita, menos vacía.
Se siente otra.

Para escuchar:

Canción posible


Para Bius

A lo mejor serás un príncipe, muchacho,
y tienes un palacio grande como un siglo
y huéspedes que comen en tu mesa,
alumbrada con candelabros de oro,
manjares y grosellas.
Y un campo de lavanda para pensar las leyes.
A lo mejor, quién sabe, eres obrero
y vives en una casa humilde
con una puerta sólo
y algunos habitantes que te aman
y compartís un pez y un vaso de agua.
No importa, qué más da.
No importa que tú seas poderoso
o pequeño.
No importa que seas nada.
Envidiarán tu nada o tu excelencia.
Somos así los hombres.
Levantarás sospechas igualmente.
Y en tu infinito
soñarás que quisieras.
Que quisieras soñar, si fueras príncipe,
a lo mejor, con un abrazo de alguien
que te ama.
Si eres obrero, quién lo sabe, con un palacio
grande
y un campo de lavanda.

Desdoblamiento


   Eres el amor en carne. El veneno más dulce.
    Eres grande. Tienes caballos en el pecho. Caballos mensajeros. Yo los veo. Son caballos de vida. Caballos habitables como palabras. Eres fuerte, granate y estás en las gencianas y en los imperativos. Tú mandas. Yo obedezco. Eres grande, gobernadora y amplia, salobre, apetitiva. Y no te alcanzo.
    Y hueles a salud como el amanecer de las aldeas. Tienes capacidad y tienes toros y cruces y campanas.    Eres contigua y fiel y consecuente, como la voz y sus sonidos. Como el relámpago y el trueno. Rudimentaria y libre y escindida y estás junto a los novios y entre los campesinos. Alibiadora y clara y apacible.
    Aliterante como las olas lentas de las calas.
    Blanca como las casas blancas de la costa.



Para escuchar:

Amor puede ser too



Nun fai falta ser naide
pal amor. Amor puede ser too.
Ella quería les coses a corazón
abiertu:
la figar aparrada cola solombra
enorme,
la pitina esplumada, el canariu, la gata,
la flor de los sabugos que colgaba nes vigues,
la dalia que-y ponía tolos díes a un retratu,
les sábanes de llinu cola inicial bordada.
Queríanos a nós más qu'a naide nel mundu,
y dába-y amor a lo que la rodiaba:
aquel vaso fendíu que fora de la güela,
aquel perrín rizosu cola mirada humana,
aquel porrón de barro pol que bebía'l so pá,
aquella siempreviva que taba na ventana,
aquel paxín de blimes que-y fixeron de neña,
aquel cofre que-y dieron pa cuando se casara.

Nun fai falta ser naide
pal amor y la vida.

Laus (n'asturiano)


Pa Pruden, gracies

Gracies.
Porque'l mio cantu va empobináu
al que vien de la estirpe de los cactus.
Al que nun sabe más que pidinos perdón
por miranos de frente.

A la benevolencia.
Al infiernu de vida de la metá del mundu.
Alos que yá quixeren ser humildes.

Al utre de los cumes, a la gatina mansa.
Al ególatra arroyu, que va siempre a lo suyo.
Al clima, porque ye fiel y caltién la so soberanía.

A toles rexones au llega'l sol,
a tolos poblaos que los vientos recuerren,
a toles aldees que despierten con gallos,
a los caminos toos.
A les cuatro estaciones.
Al puntu cardinal qu'entovía nun pudo reventar.
A los cinco sentíos.
El mio canto ye para quien forma parte, tanta
parte de mi
tanta carne de mi
tanto cuerpu de mi
como yo mesmu.

Lluz d'otro branu



Lluz d'otro branu:
sábesme a salú
si te respiro.

Canten xaronques.
Alta nueche de xuliu.
Más tarde'l tordu.

Rosa montesa,
l'adolescencia güelme
como tos ciclos.

La mar estréllase.
Quixera yo abrazate
con esi ímpetu.

Fueyes cayíes.
Los mios pies na seronda.
Sobre mi'l tiempu.

Humanitates


A veces les diría
cuando yo ya me canso
también
de declinar en vano:
carpe diem (noctemque) carpe-
tazo!
Si no vivís ahora la luz
sobre los cuerpos,
si no saciáis in situ vuestro
apetito humano,
llegará -porque llega-
la que nombrar no quiero,
-de cuyo nombre siento que tenga
que apropiarme-
con el imperativo en su valor
más lúcido y más recto:
apaga y vámonos.

Permanece todavía un momento; eres tan bella



Permanece todavía un momento:
eres tan bella.

Canción y utopía para Goethe



Olvidarte es decir que no
a la vida,

porque estás en los árboles
si los miro despacio,

y en la hierba que piso
rozo tu superficie

y te siento en la lluvia
cuando cae de pronto

y te oigo en la tierra
al girarse callada

y te abrazo en el aire
de cada movimiento

y te veo en la noche
aunque vengas oscura

y te pronuncio en todos
los objetos que nombro

y me mojas los labios
al contacto del agua.

Olvidarte es negarme
a seguir adelante,

porque con tu pasado
ando yo mi futuro

y de tu lejanía
resulta mi distancia
y a menudo te toco
cuando muevo las manos

y cada día me llegas primero
tú que el alba

y contigo respiro
mejor que con un soplo

y tú eres mi víspera
de cualquier día, a diario

y si no espero en ti...
Y es que tú estás en todo.

¿Durará siempre la lluz de les estrelles?


¿Durará siempre la lluz de les estrelles?
¿Será capaz l'home de construir
en marzu la perfección d'un ñeru?
¿Qué podrá escribise ensin sentir nada?
¿Y qué podrá sentise colos sentíos secos?
¿Será constante l'home para reemplazar a tiempu
el turnu de los meses?


Prefiero nun saber lo que m'entrugo.
Lloraría dos mil años sobre esta páxina.

Laus


Gracias.
Porque mi canto va dirigido
al que deriva de la estirpe del cactus.
Al que no sabe más que pedir perdón
por mirarnos de frente.

A la benevolencia.
Al infierno de vida de la mitad del mundo.
A los que ya quisieran ser humildes.

Al buitre de las cumbres, a la gaviota.
Al ególatra arroyo, que va siempre a lo suyo.
Al clima, porque es sabio en su soberanía.

A todas las regiones adonde llega el sol,
a todos los poblados que los vientos recorren,
a todas las aldeas que despiertan los gallos,
a todos los caminos.
A las cuatro estaciones.
Al punto cardinal que aún no ha detonado.
A los cinco sentidos.

Mi canto es para quien forma parte, tanta parte de mí
tanta carne de mí
tanto cuerpo de mí
como yo mismo.

Sillabuela


La silla de mi abuela
ya ni se peina,
porque dice mi madre
que tiene pena.
Que mi abuela marchó
a encender estrellas.
Y la silla ni quiere
que suba Gata
le grita: ¡oye minina, bájate ya
que está ocupada.
Cuando vuelva la abuela
¡menudo embrollo!
porque es que ni nos deja
quitarle el polvo.

A los 42 años


A la solombra'l xabugu,
a los cuarenta y dos años,
suaño con poder suañar,
con poder siguir suañando.
Paezme too tan curtiu,
siéntome en too tan estrañu,
persiéntolo too tan lloñe,
suéname too tan cercano...

Non sé dicir qué me falta,
y sé que me falta dalgo.
Nótolo si miro al frente,
si me paro nos xeranios,
si sumo cuántes caleyes
ya nun permiten el pasu.
Nótolo nel corazón
cuando subo los peldaños
que m'aboquen al to nome;
y al encendelu y nomalu,
al dir abri-y les sos lletres
y al dir estender los brazos
tópome cola solombra
de los cuarenta y dos años.

Paezme too tan nada,
tan nada pa doler tanto.

Los panes y los peces


Algo tenían sus manos
como de brote o pozo:
y aunque faltara el agua,
nos mojaban la sed.
Y aunque el sol no saliera,
tocarla, iluminaba.
Y aunque hubiera muy poco
y los días muy duros
y los meses muy largos
y nuestras bocas todas,
se restaba a sí misma
-tuvo que ser así-,
con tal de que a nosotros
-ilusiones y fruta, sueños y ropa nueva-
se nos multiplicaran.
 

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