Ruinas de Olimpia
Olimpia. Madrugada. Ya casi
primavera.
Lenta, unta la luz del día su cuerpo
con aceite muy tibio,
como una diosa joven
encaprichada
en un mortal atleta.
Es vida lo que veo, aunque es muy poco:
un olivo, rocío sobre el mármol
y la humana apariencia de la tierra.