Con ojos muy distintos



Diciembre con sus cumbres. La vida con sus ocres. ¡Qué altas hoy las nubes; qué sonoros los cuervos; qué gélida la luz, qué solemnes los montes! Hace años miraba con ojos muy distintos estas mismas estampas, estos pinos esbeltos, estas tierras calladas, la vejez de estos robles. Hace tiempo veía la hondura de los charcos, el lento amanecer, el candor del rocío y no pensaba más que en profanar su escarcha, cruzar sus paraísos, beber de sus licores. No apreciaba sino belleza inabarcable, libertad en esencia, avidez de vivir en todos los espacios, con el asombro intacto, con los brazos abiertos, sin temor ni reparo, sin pensar en mañana ni el poco pasado que concierne a los muertos ni en el corto intervalo que acaece a los hombres.

Diciembre. Soledad. Cómo ha cambiado todo? Contemplo una bandada de frágiles gorriones. Recorro la memoria mientras el cielo escampa. No encuentro en el camino más que signos certeros de lo que ya sospecho, armazones de alas, ocasiones inhóspitas como fiebre invencible, como sueños insomnes. Recorro las fronteras de la realidad, me adentro en sus contornos, rastreo sus rincones: no se oyen más que el eco y la humedad. Estas son las jornadas que me duele escuchar, que evoco, pero duelen. No intuyo más que el humo y la piel de la mar. Son estos los crepúsculos que menos me atestiguan y que más me corroen. Frente a mí el faro erguido, que jamás partirá, las desiguales rocas, que tan poco envejecen, el horizonte que, hoy, se intuye a duras penas. Las olas que amontonan basuras entre el ocle.

No me oigo ni a mí mismo, ni me quiero atender ni ansío que me escuchen (qué egoísta, qué yoico, qué simplemente simple, tal vez, piensen algunos). Pero este estado es el que más me complace, el que menos me pesa -muchas veces y nunca-, el que más significa, el que algo me supone: pasan largas horas y no hablo de nada, no me mido con nadie, pienso en nada y soy algo, un ser aletargado, un muy lejos, muy cerca, un ser que se respeta aunque no se conoce.

Un no sé qué que pide a gritos que le amen, un no sé quién que no ama por miedo a que le odien. Diciembre, ¡qué contraste! Yo me acuerdo de ti desde que éramos niños, desde que combatíamos con deseos y carámbanos. Pero nada es lo mismo. Sólo quedan los nombres.

La Nueva España, 9 de diciembre de 2012




Varines de volador





Alcuéntroles dacuando.
Güei yá naide les paña...

Y entovía me güel a pólvora
y a branu y paezme
mentira
que s'esfumaren estos 40 años (que
s'esfumaron. La vida namás cunde
cuando se nos ablaya):

Taben toles fachaes encalaes
y fresques
y golía la carne guisando nes cocines
y en tolos corredores
la lleche recudiendo nes fardeles
de sábana.

Prestábanos -qué ilusiones más rases
                                      y más fondes-
mirar cómo plantaben les estaques
d'ocálito
pal quioscu de la música
y el puestu la barraca;
y esperar los camiones colos fierros
del tiru y la tómbola
y aquelles portugueses de faldones floriaos
y pendientes de cobre
que diben a la presa de mio güelu
a llavar los cacharros y garrar agua.

Prestábanos, sí, muncho
nos prestaba
que llegaren los primos,
que llenaren la casa,
la comida'l domingu, nel medio'l
tendeyón, aquella mesa larga...

Alcuéntrovos dacuando
y entovía'l nordés -el mesmu
que m'empuxa, el mesmu que m'avieya,
el mesmu que m'arrastra -traime cachos
dáquellos paxarinos que vais
cantando y d'aquella mozuca
con cara de gitana.

Y entovía nos altos maizales
que m'aparten de mi, que separen
pasáu d'esta edá sin sustancia,
adiéntrense pareyes de recuerdos
d'amor;
y una verbena allumbra
ente'l mio corazón y una inmensa
distancia,
con guahinos que compren
a los avellaneros
unes gafes de plástico, carraques,
restallones y manzanes
cubiertes de colorao y escarcha.

Varines de volador..., la vida ye
lo mesmo: enciéndese,
espovisa, revienta,
y dexa
         un filu
                 de fumu

          qu'ensiguida rescampla.

Toda la vida hablando




Toda la vida hablando
del amor
y no conozco más que el humo
y la ceniza:
sus metáforas.

Yo también esperaba de la vida




Yo también esperaba de la vida
otra cosa...
Uno lucha, se estrella
y cae y se levanta.
Qué le vamos a hacer...
A la costumbre otros la llaman
esperanza.

Si no..., mira el canario:
enjaulado y sin cielo y pasajero...

¡Y todavía canta!

Buen ahora


Más libertad, más voz. Más ira en la palabra. Nos han envenenado la entereza. Nos han traicionado hasta con el silencio. Nos han descuartizado la confianza. Ha llegado la hora de descastar desdichas y estas tribulaciones que asfixian hasta el aire. Es el mejor momento para arrasar con todo lo que ha sido mentira, con todos los que han ido trazando esta congoja, con falsarios, ladrones y sofistas. Para asolar sospechas, aprensiones, discordancias. Desmantelar designios, ignominias, dividendos y usura. Es época de triunfo y esperanza. El instante preciso para evadir el peso de los amos. Y que reyes y códigos cierren definitivamente sus solapas.

Es el tiempo de repartir el oro de los duques, las minas del mediocre, el botín de los pícaros, las ciudades ocultas, el néctar exquisito, la salud del monarca. De detener el pie que nos humilla, de desgajar la mano que nos prensa, de tabicar los ojos que sindican, de aniquilar el mal que nos aplasta. Es la ocasión propicia para igualar el ras y las desproporciones, para hermanar los desiertos y el piélago, para ofertar el sueño y la certeza, para brindar futuro donde no hay ni presente. Para quemar el germen de las iniquidades. Para replantear la partición del pan, para reconducir la dirección del agua.

Es buen ahora para horadar enigmas y recelos. Para sentirse vivo y valeroso. Para dejar a un lado narcisismos, remilgos y desganas. Para exigir porqués y lo que es nuestro. Para recuperar un poco de amor propio. Para hacernos oír ante los jueces, ante sus indolencias y sus máscaras. Para dejar de ser endebles entidades, risibles espantajos. Es un ahora único para desposeerse de marbetes y clanes, de credos y de lemas, de líderes y piaras. Para desbaratar altares y apotegmas. Para desubicar topografías y lindes. Para reorientar tributos e intenciones. Para transparentar conjuras y atentados, convenios y patrañas.

Es tiempo de gritar con gritos muy tranquilos, con firmeza serena, con fines infalibles, con voluntad intacta. De desprender la bruma que arrastramos, la herrumbre que nos merma, la sumisión, el frío, el descontento, la poquedad, la rabia. De escribir, para siempre, el despecho y las sombras. De estampar, como nunca, decisiones y rúbricas que nos identifiquen con entes virtuosos, con seres animosos, con seres que se entienden, con seres que se aman. Es la estación idónea para aullar al unísono: basta. Para, desde la paz, vociferar sin tregua: ¡Basta, basta. Ya basta!

(C) Aurelio González Ovies
La Nueva España, 21 de noviembre de 2012

Voz: María García Esperón
Música: Yanni
2012




¿A qué sabe la muerte?



Pasaron tantas cosas desde que tú te has ido. Son tantos los recuerdos por todos los espacios. Nada es lo mismo cuando nos ocurre un difunto. La vida parte en dos igual que quiebra un vidrio. La noche es más oscura, más opacos sus lapsos. Y la ausencia contagia las estancias del tiempo. Se os echa de menos en cada amanecida. Una parte del mundo pierde rumbo y destino. Soñamos que venís, o que no habéis marchado. Os sentimos entrar en nuestras esperanzas. Cruzar por los horarios, recorrer la rutina. Plegar los infortunios, seguir salvaguardándonos. Pasaron tantos días desde que ya no estáis. Son tantas las preguntas, tan pocos los vestigios:

¿A qué sabe la muerte; podéis incorporaros? ¿Tocáis los cometas, palpáis el infinito? ¿Tiene árboles el cielo, recolectáis sus frutos? ¿Hay nubes entrañables, emuláis su calma? ¿Os perdura la carne, conserváis las manos? ¿Añoráis el mundo, la sed, el tiento, el frío? Cuando os cierran los ojos, ¿vislumbráis lo eterno? ¿Cómo es la luz por dentro; son de verdad los astros? ¿Es insípido el éter? ¿Cuánto pesa el vacío? ¿Os estorban las cepas, os molestan los topos? ¿Cuál es la latitud de un enterrado? ¿Os alcanza la lluvia, os golpea el olvido? ¿Soportáis los inviernos, os erosiona el viento?


¿Nos intuís acaso cuando os invocamos? ¿Sospecháis el perfil de nuestro aspecto? ¿Qué venís a buscar cuando os presentimos? ¿De quién es el espectro que nos asalta? ¿Teméis como nosotros fracasar muchas veces? ¿O es otra cortapisa lo de las frustraciones? ¿Os veis, al fin, más libres, al menos no tan náufragos? ¿Por qué no pudo ser todo lo que quisiéramos? ¿Por qué no quiso ser todo lo pudimos?


¿Comprendéis la vida desde esa perspectiva? ¿Se distingue más diáfano un mínimo sentido? ¿Cómo se justifican los errores humanos? ¿Es cierto que ocupamos lo mismo que una hierba? Cuando os agarrotáis, ¿quién os cambia de sitio? ¿Habéis visto a los otros; os dejan abrazaros? ¿Os agradan las flores que os lleva la gente? ¿Os perturban el culto, los ritos, el bullicio? ¿Nos tildan de farsantes, acaso de insinceros? ¿Qué dicen de nosotros nuestros antepasados? ¿Disponéis de alas, conocéis los trayectos? ¿Os señalan las simas, os inscriben los siglos? ¿Resurge la ceniza, incineran los odios? ¿Perpetúan los estigmas, se nos borran los rasgos? ¿Cuándo veis a dios, recibe sin prejuicios? Son tantos los enigmas, tan larga la existencia... Paz eterna. Descanso.




(C) Aurelio González Ovies
La Nueva España, 31 de octubre de 2012

Voz: María García Esperón
Música: E. Karaindrou
2012

Un cementerio



 Un cementerio. Prados. La tímida

espadaña. El vuelo

de los pájaros. Y una luz

terriblemente triste después

de la tormenta.


No quisiera haber visto jamás

tanta belleza.

                              (Para Carmina y Paco)

El pesu la lluz





Orbaya. Toi en medio
la vida. Miro p'atrás. Pésame hasta
la lluz.
Máncame l'aire.
Si confesara agora parte les mios verdaes
pareceríenvos mentira.




 (C) Aurelio González Ovies
Poemes n'asturiano
Esta luz tan breve
Voz. María García Esperón
2012



Luz de otoño



Esta luz mortecina que tanta vida imprime sobre el ocaso de las cosas. Estos campos que veo, desolados y solos, al margen de los ríos de noviembre. Estas nubes tranquilas, más quietas y más mansas, al fondo del crepúsculo. Este seco silencio de las hojas caídas de los árboles. Esas casas que humean donde empieza y termina la distancia. Esos bosques cansados, esos pastos heridos de ocre puro y vacío son el otoño. Si recuerdo el otoño y sus curvas heladas, retorno a las inmediaciones del frío.

Esta higuera que está desparramada y vieja sobre el pozo. Estos laureles fieles que rodean la casa abandonada. Estos cubos con matas de perejil y lirios. Esta hilera de calas y crisantemos. Estos caminos que nadie transita y van posiblemente a ningún sitio. Estos castaños huecos que quitaban el hambre. Estas horas tan lentas, encaladas y mudas, como de cementerio. Esta silueta humana que cruza los umbrales de la tarde. Esos hombres que esparcen letanías de abono por los prados. Estas baldías llanuras donde se amontonaban edades de narvaso. Estas fincas estériles sin futuro ninguno? Son el otoño.

Estos huertos caducos con berzas espigadas. Esas coladas donde airean las sábanas del tiempo. Esa agave que crece y enraíza y subsiste tirado en la cuneta. Esta tela de araña con restos de una avispa y granos de rocío. Este vaho de los vidrios en que un niño dibuja las primeras vocales. Estos puestos que venden cartuchos de castañas y olor antiguo. Estos bebés que viajan con gorro y sin pasado. Estas calles tan llenas de rostros contrariados. Esos robles desnudos como inmensos espíritus en pena. Estos parques sin jóvenes y sin amor a ocultas. Este eco lejano con el eco lejano de otros días. Esta decrepitud y este claror que bulle sangre adentro? Son el otoño.

Estas gaviotas frágiles que puntean la arena. Esta desierta playa sin rastro de nosotros. Estas algas que pudren como olvidos de mar. Estas olas quebradas que cumplen su rutina. Estas rocas que nunca han cambiado de suelo. Esta bruma que resta existencia al paisaje. Esta lancha que viene, ajena y tarda, como desde la muerte. Estos acantilados por los que aún descienden ágiles pescadores. Esta poza apartada con papeles y restos del verano. Este fragor que llega con chispas de salitre. Este faro orientado hacia la despedida. Este sordo aislamiento de todo lo que observo? Son el otoño.

Esta atmósfera triste que me filtra en la carne. Estos cuervos que graznan entre los eucaliptos. Esta naturaleza detenida y dorada. Esta luna tan llena dominando la noche. Estas estrellas inaccesibles estrellas como nombres remotos. Este vano que siento entre el alma y la voz. Este dolor que llevo desde siempre hasta octubre. Esos perros que ladran y atisbo que estoy vivo. Esta realidad que no es más que un continuo destello a tanta sombra. Estas bayas que arrugan como años que no sirven. Estas moras que invernan en las zarzas. Estos nidos de pega al descubierto. Esta lluvia que cae como melancolía? Son el otoño.

Este rumor que escucho como si los difuntos, incómodos, cambiaran su postura. Este instante tan hondo de aire cálido y nada. Estos cables plagados de estorninos. Estas campanas con su anacronía. Esta paz que respiro aunque quiebre enseguida. Este humo que despide la vejez de la tierra. Estas aves que huyen sabiendo que hay regreso. Esta brisa que roza levemente un helecho. Este arroyo que baja con dos hilos de agua. Estos claros del cielo por los que se adivina la breve eternidad? Son el otoño, indicios del otoño, de esta estación tan «muertamente» viva.

 (C) Aurelio González Ovies. La Nueva España. 19 de noviembre de 2008.

Más allá, en cualquier parte


Me lo imagino muchas veces: atravesaré el candor inmenso del último crepúsculo, sentiré cómo todo lo que ha estado conmigo fugazmente queda a cada paso más lejano, observaré la brisa entre los árboles, miraré el humo azul de alguna chimenea, el curso de los ríos, la espalda de los campos, la longitud del mar, la forma de la tierra. Cruzaré la apariencia de las nubes. Diré adiós y en silencio ascenderé ansioso la distancia. ¡Qué hermoso lo perdido; qué exiguo, desde arriba, lo dejado! Tan pronto como llegue, comenzaré a buscaros. Tan pronto como alcance la llanura infinita, indagaré qué dirección seguir, por qué rumbo adentrarme, por dónde comenzar a no ser tiempo. Desde todas las lomas, otearé la mansedumbre eterna y avistaré en seguida la senda que me lleve hasta vuestra heredad definitiva. Divisaré los signos con que nos prometimos poder reconocernos: una estrella encendida, la sombra de una higuera, hortensias en los lindes de espigas y lavandas y, en torno a los caminos, saúcos y mimbreras donde aniden los pájaros. Y un petirrojo en tu hombro, mientras lanzas semillas de luz en los espacios.

Pronunciaré los nombres y agitaré los brazos y vendréis hacia mí, como un soplo de aire, seguidos por los perros, nuestros perros, contentos y ladrando. ¡Cuánto tiempo y qué poco! Pareceréis los mismos. ¡Qué alma limpia y joven, qué gestos más humanos! ¡Cuánto temí el momento de no hallaros jamás! ¡Y qué calor más mío el de éste vuestro tacto! ¡Qué piel más conocida la de vuestros espíritus! ¡Cuánto quise soñar las palabras que oigo; cuánto soñé escuchar esta voz y estos labios!

Me enseñaréis accesos y laderas, fisuras desde donde recordar y atisbar el universo. Me diréis cómo pasan allí las estaciones, cómo es vivir de muerto, sin días ni mañanas, sin horas y sin años. Recorreremos juntos, sin prisa y para siempre, la frágil superficie de la nada, sus frondas y sus riscos, sus fincas y sus páramos. Podremos terminar lo que no tuvo fin, revelar lo que nunca creímos oportuno, confesar lo que nunca hubiéramos pensado.

Toda la eternidad para nosotros, sin barreras ni pozos ni alambradas ni obstáculos. Me guiaréis por rampas y por desfiladeros y me descubriréis los frutos comestibles, las hierbas saludables, los manantiales puros de los itinerarios. Toda la eternidad perpetuamente nuestra. La eternidad entera, con los perros alerta y una estrella ardiendo por si alguien más viniera preguntando. (C) Aurelio González Ovies La Nueva España, 14 d octubre de 2009

La vida, al fin y al cabo



Lo mismo de otros días, casi a la misma hora, con la misma cadencia de año tras año. La señora que vende cupones por el pueblo, con unos labradores y un par de galgos. El autobús que pasa y ya no trae a nadie más que a cuatro paisanos que vuelven del mercado. Las hortensias que secan colgadas del alero, junto al tomillo fresco y semillas de malvas y el maíz enristrado. El dolor que nos pesa entre los ojos, que no es pena ni herida ni atrición ni cansancio. El gato que vigila, sin prisas, el bullir de los topos en el prado. Un recuerdo con sol y azul intenso, un horizonte hermoso, las primeras mañanas de algún primer verano.

El mugir de las vacas que otean a su dueño camino de la cuadra y reclaman el pasto. Los ligeros vencejos, con sus danzas geométricas y su leve existencia hacia el ocaso. El sonido del agua, los velos de la brisa, el quejido de un pájaro. El maíz extendido como una eternidad, los restos de unos bálagos. La espadaña, la iglesia, el cementerio solo y encalado. La belleza, sin duda, de todo lo que asumo, de cuanto veo y abarco. Tu perfil con el oro de la luz que decae y mis ojos con el asombro aquel de la primera vez que te miraron.

La sensación de ser muy poca cosa, menos que una ocasión, mucho menos que un árbol. La pesadumbre de no saberse libre, de estar muy restringido, creerse muy de paso. El vértigo que irrumpe tras una decepción, la vacuidad que toco cuando cierro mis manos. El silencio que huele como la casa antigua, como ropa plegada en los armarios. La verdad que me invade cuando cruzan las nubes, la cortedad que auspicio en mi porte de humano.

Lo que poseo ahora, lo que he dejado atrás más lo que, a ciencia cierta, sé que se está acabando. Más lo que ha de venir a partir de este instante sin un por qué ni un hasta cuándo. Lo mismo de otros siempres, mas algo que hay, sospecho, que no estará ya más, en días como éste, aquí a mi lado. La ausencia, la hondonada que dejan quienes nos han dejado. El camino, la ruta, el regreso, si cabe, la ilusión, la esperanza, sus altos y sus bajos. Las sumas que nos restan. Las cuentas que no salen. La vida, al fin y al cabo.

C) Aurelio González Ovies
La Nueva España, 29 de agosto 2012

Acción de gracias




Me ha costado mis años
llegar a escribir
soy
siento.

Estoy aquí y percibo
la grandeza del día,
su dimensión azul,
mi transparencia.
Se lo debo a los nombres
que tanto me llamaron.
Se lo debo a la infancia
y a su fosforescencia.
Se lo debo a los árboles
que crecieron conmigo.
Y a los versos que un hombre,
pastor en Orihuela,
dejó sobre la vida,
llegaron a mis manos,
giraron en mis ojos,
filtraron en mi voz.
Y, corazón arriba,
reconocimos juntos
la belleza.

Los días contados




Así se nos van los días de la vida.

La muerte está en nosotros como una adolescencia
y soñamos a veces con sus piernas de luto.
Como una decisión majestuosa.
Como el acantilado y el abismo.

La muerte está en nosotros como una enfermedad
y una costumbre.

(Para Marian Suárez)

Palabra en obras para escuchar

Visitación



Alguien me ha pertenecido como una posesión.

Alguien me ha abandonado como a la lejanía de los muertos.

Por mi soledad transitan los monjes

más longevos,

monjes azules, de Santa Marta,

al norte de Florencia.

Y se escriben libros de otras edades,

libros canonizados con albúmina,

libros con versos tan antiguos como la oscuridad

para los ciegos,

libros encuadernados con el silencio

de los cirios.

Libros desheredados como el amor de un día.

Por mi soledad regresan peregrinos.

Alguien ha subido hasta mi corazón

y yo no estaba.

Alguien ha venido a morir en mi corazón

y yo no estaba.

Alguien ha llegado hasta mi corazón

y yo no estaba.

Yo no estaba conmigo.

(C) Aurelio González Ovies
Tardes de cal viva y brea

Siempre traían sombrilla


Siempre traían sombrilla
y maletas y perchas y los coches
muy limpios.
Veraneantes puntuales como junio.
Entraban en la casa, abrían
los balcones,
sacudían las colchas
y enseguida se iban a tomar el vermú
con un aperitivo
           -qué palabras más raras-
y a jugar al parchís, a la sombra,
debajo de la parra.
Los muchachos comían, ansiosos,
gran parte de los días
en mi casa,
preguntando por qué había tanta fruta
en nuestra mesa
y potas con comida,
si mi padre era un simple
conductor
del camión de la basura.
            -Y a mí qué me importaba!-.
A finales de agosto,
a mi madre le daban muchas veces
las gracias.
Un año me dejaron el pájaro
y la jaula.

El pueblo oscurecía muy temprano
y caía la lluvia.

Desprendía su humo la tristeza.
Calor. Tierra mojada.

Al alejarse, las bacas de los coches
apiladas de bultos y de magia.

Me quedaba el invierno.

Nací




Nací. Abrí los ojos.
Sentí la vida. Como un golpe
de luz. Vi muchas cosas.
Volví a mirar
y oscureció. Volví
la vista. Una estrella
caía.

Muy breve y dolorosa
me pareció su llama.

L'ultimu veranu



¿Alcuérdeste? Les andarines taben a puntu

marchar yá. Y entovía nun viniera nin siquiera

una gracha. Setiembre llegó fríu, cayó

una granizada. Fue l'añu que la vida

nos llevó tantes coses. Fue l'ultimu

veranu que contiamos estrelles y baxamos

en bici a bucear a la rampla. Fue l'añu

en que la vida empezó a ser verdá.

Tardes de cal viva


De Incertis III


Quién sabe si nosotros

los que abrimos las puertas,

los que hacemos camino,

los que no caminamos,

los que vemos la luz,

los que sentimos libre,

mañana no alcanzamos

nuestra propia

distancia.



Si todo se tratara de un silencio,

una lenta tristeza

y un silencio

como cuando en la infancia

se alejaban los circos.



Si alguna tarde al pálido

perfume de la siega,

cuando el dorado sol de junio

alarga el día,

pagaremos el canto de los jilgueros

jóvenes,

que ya no volverán al volumen

del mundo.

Si alguna noche

baja

de la noche una

estrella

y a sus ojos los hombres

no somos más que frío.


Postulación

Dame tus manos, mar. Oríllame

a tus alas. Arrástrame a la luz.

Sedimenta tu sed sobre mi voz caduca.

Ahógame en el fondo de tu forma

sin ángulos. Déjame

concebir el agua, corporeizarme

en líquido;

sentir que no naufrago

ahora

siempre

por ahora

y

para siempre.



Dame tus alas, mar. Abrázame

en tu hondura, alístame

en tus olas.



Aquí en la tierra no es libre ya ni el viento.

Sólo conozco

-ahora

siempre

por ahora-

la deriva.


Tarde encendida

No es sólo lo que ves. Hay mucho más. Detrás de cada línea vive la espera.

Quien te ofrece este gesto vio la tarde encendida y pensó que tal vez, al trasluz de sus dudas, pudieras asomarte a la belleza.

Sobre cada espiral fluye un deseo. Al borde del azul duerme la esencia.

C) Aurelio González Ovies
Tardes de cal viva
Voz: María García Esperón
Música: The Refugee's theme. E. Karaindrou
2012

Ruinas son la memoria



Ruinas son la memoria.

Aquí florecían tempranos
los sanjuanes
y se echaban al sol
lagartos verdes.

Por aquí se llegaba
hasta uno mismo, muy
pronto, caminando.

A cada instante soy,
he sido
bastante más pasado
que futuro o presente.

Como tantos caminos
que se fueron cerrando.

Mar


Entra lo mismo en ti que en un poema. Entra el silencio, la incertidumbre, asombro. Eres capaz de ser toda calma. De ser furia y gigante enarbolado. Superficie insondable y transparente. Llanura de negruras y misterio. Necesito ir a verte cada poco. No concibo la vida sin tu esencia. No me imagino el mundo sin tu cuerpo. Ni tus bravas mañanas del otoño. Ni los remos tremendos de la brisa. Ni los cíclopes faros de las costas. Ni la plata fugaz de las gaviotas. Necesito soñarte a menudo. Tocar tu indiferencia colosal. Mojar mi desazón en tus orillas. Adentrarme en tus formas. Descender a tu fondo.

Siempre a la vista como un hermano fiel. En mi infancia ocupabas los veranos. La luz, la candidez y algunos nombres propios. El olor de la brea y el motor de las lanchas. La sal sobre la piel adormecida. La breve consistencia de la espuma. El vértigo de tus acantilados. La infinitud de todos tus contornos. Siempre muy cerca, como un amigo cómplice, de nuestras tardes jóvenes, sin prisas. De nuestras noches vírgenes y hermosas. De la luna inflamada, su viso en nuestros ojos. Extensión del azul hasta el futuro. Anchura enamorada de los barcos. Si te escucho, me sabe todo a sed. Si te recuerdo, toco paz, paciencia y pozos.

Brazos que no se atisban, pero que amarran. Libro que no se escribe, mas emociona. Junto a ti y mi soledad jamás me sentí solo. Belleza en fuga desde el origen. Destino de los seres que zarparon. Ancla sonora del pensamiento. Libertad en pleamar, flujo de estelas. Cuanto más me distancio, más rememoro. Dentro de mí rugen tus oleajes. Eres trazo, perfil, reducto y linde. Te dibuja una estría, pero ocupas el todo. Tus derivas me amparan de mis derrumbes. Tus galernas me sirven para sintaxis. Tu inmensidad se funde en mis certezas: apenas significo cuando te nombro.

Diques que dan a la exactitud. Peñas que ignoran el deterioro. Cofre de donde surge la tez del alba. Abismo por el que surca lo que no somos. Amante de los marinos madrugadores. Encantadora del equilibrio de los delfines. Ruta de los relámpagos y del tiempo. Escapatoria de los ocasos y de la bruma. Corriente auriga de las borrascas. Fibra que pugna con los escollos. Fuerza que bate contra lo inmóvil. Firme que fluye con fe de náufrago. Mar poderosa, mar aplacada, mar dominante e inexpugnable. Echo de menos tu voz de hembra, tu brío de hombro.

(C) Aurelio González Ovies. La Nueva España, 13 de junio de 2012


A través de la poesía, promueven hermandad entre Querétaro y España



Manuel Ramos, Carlos Bozalongo, María García Esperón,
 María Eugenia Moyers, María Constantino y los niños
lectores de Expresión Infantil, A.C.
“A través de la poesía, buscamos promover la hermandad entre Querétaro y España, pues la literatura nos ayuda a fortalecer el humanismo, que se ve afectado por la crisis económica y social”. Así lo manifestó la escritora María García Esperón, durante la presentación de poesías del asturiano Aurelio González Ovies que se realizó en las instalaciones del Centro Español de Querétaro A.C., como parte de la celebración del 23 de junio, Día Mundial del Idioma Español -- El 23 de junio se celebra el Día del Español, una fiesta que nace para conmemorar y celebrar la importancia del español como lengua internacional, que ya cuenta con más de 450 millones de hispanohablantes en el mundo--.


Manuel Ramos, María García Esperón y Carlos Bozalongo
En su momento, Carlos Bozalongo Antoñazas, presidente del Centro Español de Querétaro A.C., recordó que desde hace 5 años su organización –conformada por 200 personas-- busca unir la cultura española con la mexicana y con ello agradecer que los españoles hayan sido acogidos por México. Así mismo, destacó que debido a la crisis económica que afecta su país, su asociación ha recibido varios correos electrónicos de españoles que evalúan la posibilidad de venir a radicar a México.

Por su parte, María Constantino Trejo, vicepresidenta de la organización no gubernamental Expresión Infantil, A.C., sostuvo que está trabajando con la escritora María García Esperón en la elaboración de literatura impresa en sistema braille, así como audiolibros para niños y jóvenes invidentes que les permita avanzar en su integración a la cultura y la sociedad.

En ese sentido, el Mtro. Manuel Edmundo Ramos Gutiérrez, presidente de SOS Discriminación Internacional Querétaro coincidió con los organizadores y participantes del evento, en que la literatura y la poesía permiten recuperar experiencias históricas para salir de las crisis que han afectado a la humanidad, devolviendo la esperanza y la capacidad de unirse para superarse. “Por ello, reconozco su labor, que es un ejemplo, una motivación y al mismo una invitación para los gobiernos y todos los sectores sociales, para sumar esfuerzos y lograr la construcción de una cultura de la inclusión, la igualdad y la no discriminación”.

La escritora María García Esperón recitando poesía
La escritora María García Esperón, con Noemí,
residente española en Querétaro, durante
la lectura de poemas de Aurelio González Ovies
Por ello, María García Esperón, invitó a la sociedad a participar en la presentación de su obra “Copo de algodón” que muestra el mundo azteca a través de los ojos de una niña –la hija de Moctezuma--, que se realizará el próximo 14 de julio a las 5 de la tarde, en la librería Gandhi --ubicada en Circuito Jardín 1. Col. Álamos 3ra Sección, C.P. 76160. Querétaro, Qro. Tecnológico --. Finalmente, la escritora recordó que tuvo la oportunidad de presentar esta obra en España -- durante 2011— ante 200 niños españoles y que a través de su blog de internet denominado: “Voz y mirada” también busca “crear una red para promover la poesía en español y náhuatl que ayude a mantener viva la lengua, porque solo lo que se conoce se puede amar”. Puntualizó.

Nota de prensa elaborada por el Mtro. Manuel Edmundo Ramos Gutiérrez, Presidente de SOS Discriminación Internacional Querétaro. Fotos: Manuel E. Ramos

Lectura de poemas de Aurelio González Ovies en el Centro Español de Querétaro

El presidente del Centro Español de Querétaro, Carlos Bozalongo Antoñanzas y su esposa,
Noemí: y la poesía de Aurelio González Ovies










Que en todo hay esperanza: El poeta que viene del Norte en Querétaro


Con Manuel E. Ramosl, María Eugenia Moyers, María Constantino... Querétaro lector


Por María García Esperón

Desde San Miguel de Allende, algunos de los que asistiríamos a la presentación de la poesía de Aurelio González Ovies en el Centro Español de Querétaro llegamos, literalmente, bajo un arco iris
La emoción se hacía cada vez más grande, al llegar a la nueva sede del Centro y saludar a Juan José Téllez, quien se encargó de la organización y Arlene Nájera, que participó activamente en toda la planeación del recital, para comenzar a ver llegar a tantas personas que acudían a la cita con la Palabra que viene del Norte. Españoles y mexicanos que quedaron prendados por igual de la poesía de Aurelio,  asturianos y santanderinos que hicieron un viaje profundo a sus paisajes y verdades del norte de España, mexicanos arrebatados por la belleza, sencillez y hondura de la expresión de Aurelio.

Ángela García, Juan José Téllez, Arlene y David


Juan José Téllez leyó las palabras de presentación que enviara Joaquín De la Buelga en la mañana mexicana del 22 de junio, pintando al poeta de cuerpo completo, en su grandeza de creador que todos reconocemos y en su modestia y humildad, que todos admiramos.


Los cinco poemas de Vengo del Norte seleccionados hicieron la primera parte del recital y se hizo respiración de todos el alma universal de Asturias. Desde los primeros versos todos nos prendimos en ese pasaje a lo más hondo de la experiencia humana. Resalto la presencia de tres niños -alumnos de María Constantino- que escucharon la poesía con todos los sentidos abiertos, sin desprenderse ni por un momento de lo que en ese salón colmado de adultos ocurría.
La segunda parte, con los poemas de Aurelio más conocidos en España, se convirtió en confidencia, en plática de amigos muy queridos. Se dijo un poema en asturiano, Ubi sum, que colmó con su musicalidad cualquier apetencia de belleza. Lorenzo, un asturiano de Cangas de Onís casado con una soleadísima sonorense -Yo también vengo del norte... de México, me dijo ella sonriendo- me manifestó la sorpresa grata de escuchar hablar asturiano con acento mexicano.

Ybonne, de Sonora y Lorenzo, de Cangas de Onís.

Al término del recital por mi parte, se invitó a los asistentes a leer algún poema. Circularon los cuadernillo elaborados para la ocasión, y un ejemplar de Esta luz tan breve. La primera en leer fue Noemí, española de Santander, quien manifestó las emociones y remembranzas que había vivido escuchando la palabra del poeta que viene del Norte. Arlene Nájera leyó Los panes y los peces y María Eugenia Moyers, gran amiga y directora del Círculo de Lectura Sor Juana Inés de la Cruz leyó Morir sin Medida... Y con el último verso de ese  poema, dimos por terminada esa reunión en torno a la palabra del poeta que viene del Norte que nadie nunca podrá olvidar:

De qué sino para esperar, 
que en todo hay esperanza




Otra vuelta de tuerca



Y yo, qué tengo que ver yo
con el espacio huidizo de esta tarde,
con esta luz que cae como tristeza azul
sobre las cosas,
en tanta prontitud.

Si soy la lejanía a qué he venido
tan cerca de la desposesión
¿para nunca permanecer, al menos
un instante, con algo entre los brazos
muy sumamente mío?
¿Para entender a medias la hermosura
y percibirla, ¡Dios!, así de inmensa?
¿Para estar recordando
en cada especie, en cada arrimadura, en cada
sentimiento que todo lo que está
es ya supervivencia de otras muertes?

Territorios de opio


Poseo el veneno sabroso de la soledad,
sus amargos tragos y ese remordimiento de haber dejado
en el camino algunos nombres.
Tengo en las manos la herida de una palabra mal escrita,
la sangre de un velero que se diluye en la memoria,
la locura de un abril sobre las rosas.
Nombro una droga prohibida como la dulzura de esa muerte
que llega hasta nosotros con el pelo mojado
y nos enamora un poco de la lluvia.
Nombro esa soledad que nos hace el amor como los frutos
y se deja caer, tan vegetal, como una rama.

En la boca del alma


Como otra tarde más
caída
de los dominios
de la costumbre,
habito aquí,
bajo este sol
que ya se apaga,
el canto de algún pájaro
a lo lejos,
y un poco de jazmín
en la solapa
de la habitual melancolía.
Aquí,
siempre
la noche
y esos negros caballos
sospechosos
que beben en mi ser
tan mansamente,
pero no tornarán
a la sed que me dejan.

El sueño creador


Sospecharse en los versos,
cerrar el libro.
Una mirada sólo,
una luz débil
y llorar de belleza
al ver cómo la brisa
mece
levemente
las rosas
y parece que un sueño
las inmortalizara.

Indicios de verano


La fragancia fresca de las viejas rosas. Un rumor de abejas al fondo de mayo. Clavelinas dóciles en unas macetas. Esbeltos gitanos que extienden sus carpas. Los nidos de araña entre los sanjuanes. Los niños que juegan cerca del ocaso. El verdor que duele como verdad viva. El hombre tranquilo que encala su casa. La sombra afectuosa de la higuera fiel. El ropaje nuevo de un espantapájaros. La mañana llena de luz y jilgueros. La temprana música de una romería. El olor tendido de toallas de playa. Nubes de tormenta que llegan de pronto. La tarde que añora la siega en los prados.


La perfección púrpura que hay en las cerezas. Las niñas contentas que estrenan sandalias. La voz del anís, saludable y honda. El sol poderoso, cada día más alto. La explosión de aroma a flor de saúco. La sangre silvestre que filtra en las fresas. La soledad seca de las pomaradas. La hilera de hormigas que cruza el camino. La loma reciente de los hormigueros. La ilusión callada de los avellanos. Endebles gramíneas que bordean el tiempo. Los arvejos raudos que trepan las varas.


Brillantes lagartos que asoman medrosos. La piel que mudamos al perder la infancia. El arrullo ronco que un palomo emite. La calma enroscada en que duerme el gato. Los frutos que crecen milagrosamente. La lenta mirada que observo en las vacas. El abrevadero rebosante y limpio. Los últimos pétalos que caen del manzano. Mariposas leves que tantean el mundo. Caminos vacíos que van hasta el nunca. Pescadores quietos que velan sus cañas. Las pegas que riñen mientras van volando. Los adolescentes, sus besos que urgen. Las familias pálidas que comen al aire. El bullicio que abre y cierra el domingo. La cometa inhábil que asciende y se engancha. Estelas de aviones que jamás retornan. El furgón que vende bebidas y helados.


El resol doliente con que muere el día. La mujer que riega su huerto y sus plantas. El perro rendido que se echa y bosteza. La iglesia en que apenas se reza un rosario. Calor que refleja en las carreteras. Extensos espinos que aroman las horas. Abuelas que allegan las contraventanas. La límpida luna que late en las olas. Nerviosas libélulas al sur de los juncos. Petunias que brotan entre los geranios. El llantén que brota del caído muro. Sombrillas y toldos que ocultan el mar. Espacios que saben a niñez y a playa.

(C) Aurelio González Ovies.
La Nueva España, 30 de mayo de 2012

Loles, de Aurelio González Ovies: Escribir es ser


Publicado en junio de 2011, este libro de poesía para niños de Aurelio González Ovies se llama Loles y Loles es una palabra clara, un ser de profundidad y de sueño elegido por la vida para escribirse en ella.

Breve texto infinito el que el poeta ha extendido para que su Loles respire con levedad onírica, con esa potencia que sólo acontece en los silenciosos instantes de la infancia donde la soledad universal y cósmica revela al niño su estrellada e intensa compañía. 

Revelación que convertida en recuerdo se constituye en el adulto en un manantial. Suscitado, resucita ese sueño incomparable, ese anhelo de ser, que puede expresarse en un primer momento como una negación, que es el caso de Loles, que de pequeña...

odiaba los libros
y siempre borraba
toda la escritura.

Pero Loles no tarda en desdecirse, en trabajar para producirse, para suscitarse en la existencia al resucitar y reescribir esas letras. Las palabras sueñan y si sueñan bien, se convierten en realidad y en vida, en rosas y gozos, en cosas de pintura y en mentiras tan ciertas como verdades tan puras.

Leemos a Aurelio a través de su Loles y soñamos a Loles a través de sus fehacientes ilusiones. Porque la poesía que a los niños dirige el poeta asturiano sueña al mundo tan de nuevo que nos renace en él a todos los lectores. Nos sitúa en el centro de nuestra infancia, nos borra la dualidad y nos rehace en unidad posible de cosmos y sueño, de realidad y deseo, de prosa y de verso.

Escribir, para Loles, es ser. Necesidad profunda. Labranza en la página y sus surcos de tinta para cosechar al mundo bien soñado. Voluptuosidad de las letras, de los rasgos anchos, extendidos sobre la generosidad sin límite de la página que el ilustrador, Julio Antonio Blasco, ha recreado con maestría notable, elevando un himno visual al papel cremoso, a los cuadernos en blanco y promisorios, a la cuadrícula que libera al pensamiento. Aves surcan estos cielos de cuaderno transportando trinos, letras y premios y la tridimensionalidad es tan efectiva que podemos jugar a levantar objetos, a tomar el lápiz que ofrece Loles y con nuestra propia mano, escribir más sueños y soñar más versos. (María García Esperón)


Loles
Aurelio González Ovies
Ilustración: Julio Antonio Blasco
Pintar-Pintar Editorial
Asturias, España, 2011

Ley de la palabra



Yo no soy más grande que ninguno,
no poseo tampoco más riqueza.
Sino que al irse mi inocencia un día,
vi el camino del oro,
vi el camino de las posibilidades,
vi el camino de los devoradores,
vi el camino de la autodestrucción,
vi el camino de los acatamientos,
vi el camino de la desvergüenza,
vi el camino del miedo,
vi el camino de los reyes y de los tronos altos.
Y al irse mi inocencia un día,
miré a la libertad y fui tras ella.

Vi el camino sin ley de la palabra.


(C) Aurelio González Ovies
Tardes de cal viva y brea

Invitación al recuerdo



Con esta luz de abril
y este cielo tan alto
y la fragancia nueva que desprenden
las salvias,
te necesito aquí, diciéndome:
prepárate, nos vamos, hoy estaremos
solos
nosotros, el amor
y el vuelo de los pájaros.

Estación ininterrumpida



Estas mañanas secas de noviembre,
con el viento a mi espalda
y los quitameriendas por el suelo,
son mucho de mi vida.
Los castaños deshojan en silencio.
Es hermoso el camino. Es hermosa
la vida y sus imágenes.

Faltan sólo a lo lejos mi casa echando
humo, mi madre en la ventana. La puerta
siempre abierta.

Y el niño que yo fui, con su cabás al hombro
y los chanclos gastados, volviendo de la escuela.

Tierra de nada



Pueblos abandonados.
Minas tristísimas.
La nieve ha jubilado sus memorias.
Narcisos en los tiestos.
                  Balcones solos.
Un hombre con un perro camina y silba.
Fango y barbecho.
Palacios silenciosos,
huertos y espantapájaros.
Un mastín irreal sueña y aúlla.
Tierra de nada
de pantanos
de humo
de espinos
de cemento.

Pasto verde y sembrados para la brisa.
Deshielo de la juventud.
Precipicios.
Negrura. Acantilados. Maizales caídos.
Caserones de sombra
y de lechuzas.

Estaciones.
Caminos.
Labrantíos.
Arroyos.

Se escucha el mirlo.
Esta región heredará la lluvia.

Desencanto



Desenterró su cuerpo. Pidió un poco
de luz.
Entendió que nada había cambiado.

Cogió una rosa. Se empapó con la lluvia,
acarició la tela de la tarde,
escuchó el mirlo
y prefirió seguir tumbada entre los muertos.

Sólo así



Envejecer.

Decir adiós.

Admitir, en el fin,

nuestra grandeza...

Y sé también qué significa la esperanza



Y sé también qué significa la esperanza:
todo pudiera ser, pero no es nada.
Hemos venido a construir el nido en vuestros brazos,
a pasar un invierno junto al fuego
y recitar el frío de las cigüeñas. La vida es esto,
amor mío, esta mano que tiembla cuando quita tu ropa,
esta lluvia que arrolla en tus espaldas, este molino de agua
que hace girar tus ojos.
Estaremos aquí hasta que pase la bandada
con la que hemos llegado
y entonces cerraremos las puertas de la casa,
dejaremos los muros mirando nuestro vuelo,
y nos alejaremos. Todo seguirá igual
y alguna flor por mayo crecerá con tu nombre.
La vida es poca, amor mío, (si restamos las horas
en que nos preguntamos quién somos realmente
o salimos al mundo con la máscara puesta),
y los días se acercan tan puntuales
con sus rollos de luz,
que una pausa a mediados de la noche
rompería los péndulos del cosmos
y se vería en tu carne el secreto del tiempo.
Nos iremos. Eso es todo. Y en las verjas del patio
donde hemos sido hombre, niño, mujer, adolescentes,
enramarán tu alma para impedir el paso.

Y todos nuestros días terminarán



Y todos nuestros días terminarán.
Déjame recorrer los pueblos de tu carne,
reconocer la tierra que te forma
antes de que te lleve el aire poco a poco.
Hoy quiero compararte con el humo y no decirte
nada,
respirarte con la profundidad de los suspiros,
tocar efímeros tus labios,
deslizar tu presencia encima de mis dudas
y empezar a creer que no tenemos nada
que ver con la tristeza.

Ese río que pasa por tus ojos


Ese río que pasa por tus ojos
y navega en silencio
y luego se desborda
y naufraga en tus labios
y entristece tu rostro.
Esa sombra que surge de tu sangre
y alborota tus huesos
y despeina tu forma
y anochece tus manos
y te aleja del mundo.
Ese fuego que te aproxima al nunca
y aniquila tu fuerza
y escala tus pestañas
y se inflama en tu llanto
y gira en tu no ser.
Esa tierra que te cae como lluvia
y apuntala tu boca
y siembra en tus palabras
y besa tu pasado.
Esa tierra maldita que te araña y te traga.

Ahora estoy conmigo después de mucho tiempo




Ahora estoy conmigo después de mucho tiempo
y pasaré las horas recorriendo los álbumes,
mirando vuestros rostros siglo a siglo.
Os agradezco la memoria. Pues sé que estáis
detrás de cualquier rosa,
yo sé que el sol os llega de repente
y que asomáis puntual al mediodía.
Volver a repasar vuestra presencia.
Comprender que no me queda nada de mí mismo.
Volver a daros gracias.

Preguntadme quién soy, de dónde vengo


Preguntadme quién soy, de dónde vengo.

Miradme solamente cuando no me veáis
y habladme si yo estoy delante.
La soledad es también un planeta
de silenciosos orgiásticos y frutos llenos
de agua. Si pudiera explicaros...

Que nadie escriba un verso



Que nadie escriba un verso
para no hablar de ti.
Somos este paisaje que visita
la noche:
lejos hay un volcán que ya no llora,
las ruinas de unos ojos
y el deseo azulado que despluman los búhos.

Otras veces veníais


Otras veces veníais, aunque no fuera
agosto,
a encalar vuestra ausencia
y ventilar los cuartos del invierno.
Llegabais los domingos
en un seiscientos blanco -un recuerdo
que apenas sube ya las cuestas de mi mente-.
Eran días distintos, vosotros lo sabéis,
días con un sabor sin marca
que ya no vende nadie,
inusitados gestos en vuestros rostros
niños por detrás de los árboles.

Esta puerta es el tiempo


Esta puerta es el tiempo
que no va a ningún lado:
azul como la música que nos recuerda
un poco las ganas de llorar,
hay un hombre sentado
que piensa para siempre
y unas letras que dicen
que Toni amó a Teresa.
Hay una fecha clavada en las polillas
y un domicilio ausente
en un rostro de madera.

La vida es esa boca
redondeada con tiza.

Hace tiempo que se fue el pecado



Hace tiempo que se fue el pecado.
Venid a este paisaje donde no tengo conciencia,
a este desierto enfermo de pirámides
y palmeras que esperan
con sus brazos abiertos.
Estoy deshabitado. Más que nunca.

Eres, dulce mía, ligera


Eres, dulce mía, ligera
como un tango de agua.
Pero no te confíes,
lo nuestro es esta tierra
condenada al destino,
esta tarde que huye como un sol de verano.
Lo nuestro es todo aquello
que cambia ahora, ahora, ahora
y entre ahora y ahora
nunca nada es lo mismo.

Eres, dulce mía, amarga como el tiempo.

Otra vez que volvamos



Otra vez que volvamos
no dejaremos nada en el camino,
no quedaremos solos para siempre,
no buscaremos siglos en las piedras,
no cerraremos nunca nuestra casa
y el mar no borrará la arena
en vuestros nombres.

Un poema a todas las madres que existen


Un poema a todas
las madres que existen,
a las que nos peinan
y a las que nos visten.
Un poema a todas
las madres del mundo
porque hacen milagros
de un guisante crudo.
A las que aunque estén
con fiebre y anginas,
nos fríen abrazos
y asan sonrisas.
A las que de siempre
nos quieren ya tanto
que rebosan sueños
mientras tragan llanto.
A las que del pez
fiero de la vida
nos sacan la carne
y comen la espina.
A las que envejecen
con grietas y grumos
de exprimirse a diario
para hacernos zumos.
A las que ya están
sobre nuestra cuna
borrando la noche
y pintando lunas.
A las que nos cubren,
defienden y abrazan
incluso si duermen,
incluso si faltan.
A las que los años
casi se les pasan
entre planchar fuerzas
y limpiar la casa.
Un poema a todas
estas siemprevivas
que sirven de fuelle
y aguantan de viga.
Un gracias a todas
estas madres nuestras
que son cocineras,
modistas, maestras;
y adornan bizcochos
o administran cuentas
y trenzan toquillas
o zurcen sorpresas.
A las que aún están
o son ya estrellas.

(C) Aurelio González Ovies


Voz
María García Esperón

Música
Yiruma

Todo es Palabra en la clausura del IV Congreso de la Palabra

El auditorio donde llovió un poema

Silvia, María del Carmen y Mara y Todo es Palabra


En la clausura del IV Congreso de la Palabra, en la ciudad de León, Guanajuato, pudimos compartir con más de 300 maestros, bibliotecarios, promotores de lectura y más entusiastas del libro y su magia algunos poemas que Aurelio González Ovies dedica precisamente a la Palabra. Jesús Rodríguez, Coordinador de la Biblioteca El Nigromante de San Miguel Allende y yo comentamos la experiencia que tuvimos en la biblioteca el mes de marzo que hicimos el voto y el compromiso de lanzar la poesía del creador asturiano para todo México, desde el corazón de México. Leí el primer poema de "Tocata y Fuga" y para terminar ese poema breve que el poeta ha titulado "Desiderium" y que enunció para todos mucho de lo que ocurrió en León en estos días, en torno a eso que llamamos Palabra.
 "Todos quisiéramos dejar aquí un poema como la vida..." dice Aurelio en ese poema que llovió en forma de hojas de colores sobre los asistentes, que se sintieron dichosos de atraparlo al vuelo.
Posteriormente realizamos un pequeño video con la espontaneidad de quienes nos quedamos conversando al final del Congreso sin querer romper el círculo mágico: Julio Édgar Méndez, escritor brillante y hombre de palabra, Levit Guzmán, locutor, Pepe López García, Coordinador General de las Casas de Cultura de Guanajuato, Javier Orozco, editor, escritor y catedrático; Mara Rodríguez Briones, que iba en pos de Palabra para llevar a la biblioteca del Instituto Oviedo de León, María del Carmen Pérez, psicóloga, Silvia García de Ling, entusiasta promotora de lectura y el joven Christian Ramírez, que realizó el apoyo técnico durante las conferencias.


En presente




Cuando nos demos cuenta
la vida habrá dejado de nosotros
una estación inédita
y un camino a mitad de la palabra.

 *
Fui feliz con muy poco,
porque sus ojos de arena
marcaron las horas más felices de mi vida.

 *
Partiremos de aquí
y todo lo nuestro
quedará en las sonrisas de las hiedras
que suban a buscarnos olvido arriba.

 *
Más allá que haya lo que quieran
siempre que aquí estés tú.

Canción y Utopía para Goethe







Permanece todavía un momento; eres tan bella.
 Canción y utopía para Goethe
 Aurelio González Ovies

 Olvidarte es decir que no
 a la vida,

 porque estás en los árboles
si los miro despacio,

 y en la hierba que piso
rozo tu superficie

 y te siento en la lluvia
cuando cae de pronto

 y te oigo en la tierra
al girarse callada

 y te abrazo en el aire
de cada movimiento

 y te veo en la noche
aunque vengas oscura

 y te pronuncio en todos
los objetos que nombro

 y me mojas los labios
al contacto del agua.

 Olvidarte es negarme
a seguir adelante,

 porque con tu pasado
ando yo mi futuro

 y de tu lejanía
resulta mi distancia

y a menudo te toco
cuando muevo las manos

 y cada día me llegas primero
tú que el alba

 y contigo respiro
mejor que con un soplo

 y tú eres mi víspera
de cualquier día, a diario

 y si no espero en ti...
Y es que tú estás en todo.

 (C) Aurelio González Ovies
Viernes de Dolores, de Música y Poesía en la Biblioteca Municipal de San Miguel de Allende.
30 de marzo de 2012

El poeta que viene del Norte en el corazón de México




El miércoles 7 de marzo de 2012, un grupo de personas se reunieron en la Biblioteca Municipal de la ciudad de San Miguel de Allende -que ha sido nombrada "corazón de México"-  en torno de la palabra del creador asturiano Aurelio González Ovies, el poeta que viene del Norte.

Un momento de la proyección de los videopoemas

La coordinación a cargo de Jesús Rodríguez fue impecable, en  una pantalla  se proyectaron videos de los poemas de Aurelio, lo que fue creando un ambiente muy especial.

La lectura colectiva se tiñó de emociones y de poéticos imprevistos y a petición de quienes habían escuchado el poema ANUNCIO POR PALABRAS en TV4, aunque no contábamos con ese poema impreso, se procedió a buscarlo en Internet y en segundos se encontró la versión que realizara nuestra amiga argentina Alejandra Moglia hace más de un año. El poema fue impreso y hecho suyo por todos, en particular por una joven que había llegado a la biblioteca por casualidad y que hizo suyo el verso "con el inmenso encanto de lo que no se espera".

Pero todos sin excepción aceptaron abordar este barco  de palabras y adentrarse en el mar de una poesía poderosa y sencilla, honda, original y originante, en ese recinto dedicado a los libros de la ciudad de San Miguel de Allende, corazón de un México que renace. 
















Aurelio González Ovies: el poeta que viene del Norte by María García Esperón

Aurelio González Ovies: El poeta que viene del Norte




La poesía de Aurelio González Ovies en XESQ Radio San Miguel de Allende


A las 8 AM, desde la cabina de XESQ Radio San Miguel de Allende, Jesús Rodríguez y yo convocamos al auditorio a asistir a la presentación de la poesía de Aurelio González Ovies en la Biblioteca Municipal Ignacio Ramírez El Nigromante. Se ha despertado un gran entusiasmo a través del departamento de comunicación social de la Dirección de Educación y Cultura de San Miguel para hacer de la tarde del 7 de marzo una celebración de la palabra.


La poesía de Aurelio González Ovies en TV4 San Miguel de Allende

Jesús Rodríguez y María García Esperón en TV4 San Miguel

Como parte de la difusión de "El poeta que viene del Norte", presentación de la poesía de Aurelio González Ovies en la Biblioteca Municipal de San Miguel de Allende, proyectada para el 7 de marzo a las 5 PM,  Jesús Rodríguez y yo fuimos invitados por el canal TV4 San Miguel, donde convocamos al público a asistir a esta reunión vivencial en torno a la poesía del creador asturiano. Leímos al aire el poema "Anuncio por palabras" en una emisión que emocionó a todos en el estudio y que alcanzaría a los televidentes en sus hogares, donde en medio del noticiario nocturno se abrió paso el manantial del poema. (MGE)

El poeta que viene del norte, en el periódico La Atención de San Miguel de Allende

The poet who comes from the North



By María García Esperón
Aurelio González Ovies was born in Bañugues, Asturias, in 1964. He has a Ph.D in classical philology and teaches at the University of Oviedo. His talent has been evident since he was young, when he won the Angel González Award of poetry with his book Versos para Ana sin número.
Poetry by Aurelio González Ovies, Wed, Mar 7, 5pm, Biblioteca Municipal Ignacio Ramírez El Nigromante, Pepe Llanos 14In 1992, his two books Vengo del Norte and La hora de las gaviotas took the Spanish literary scene by surprise and were awarded with the prestigious prize Adonais and the Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez
Aurelio writes poetry about life, about the simple things in it, but also about the pain it carries within and the awe-inspiring beauty in the world. Even a single one of his words can be as brooding and deep as a well and his words can help us descend into that place where the first images are kept: those from childhood and those of the first contact with ourselves. Love, death, time, nostalgia, and pain for what was lost are recurring themes in his poetry, the amazing fact of recognizing the fleetingness of life and the need of lasting forever in the mysterious poem are his signs of identity.
On March 7, at the Biblioteca Municipal Ignacio Ramírez El Nigromante, his poetry will be presented in an awe-inspiring fashion: the participants will read fragments from Aurelio’s literary work and a video will be filmed… which with the help of the internet, will travel to Asturias, where the poet himself will listen to his work being read in San Miguel de Allende.

Aurelio González Ovies nació en Bañugues, Asturias, en 1964. Es doctor en filología latina y catedrático en la Universidad de Oviedo. Su vocación poética se manifestó plenamente desde su primera juventud, cuando obtuvo con el libro “Versos para Ana sin número” el premio Ángel González de poesía.
Fue en 1992 cuando sus dos poemarios “Vengo del Norte” y “La hora de las gaviotas” deslumbraron el panorama literario español y fueron reconocidos con el accésit del prestigiado premio Adonais y con el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, respectivamente.
Pero Aurelio no es un poeta de premios, ni de círculos literarios ni de ambientes académicos asfixiantes. Es un poeta de la vida, de las cosas sencillas, del dolor y del asombro por la belleza del mundo.
Una sola de sus palabras puede ser tan profunda como un pozo y ayudarnos a descender a ese lugar donde están guardadas íntegras las primeras imágenes: las de la infancia y el primer contacto con el ser. El amor, la madre, la muerte, el tiempo, la ausencia y el dolor por lo perdido son los temas de su poesía; el asombro de saberse hombre efímero y la necesidad de permanecer para siempre en el misterio del poema son su marca particular.
El próximo 7 de marzo, dentro del ciclo “Miércoles Literarios”, en la Biblioteca Municipal Ignacio Ramírez El Nigromante, que coordina Jesús Rodríguez, será presentada la poesía de este creador de una manera vivencial: los participantes leerán fragmentos de su obra literaria y se realizará un video que a través de internet podrá hacerse llegar desde San Miguel de Allende hasta Asturias, donde los lectores podrán ser escuchados por el poeta en una experiencia de comunicación y entusiasmo por la palabra poética.
 

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