Territorios de opio
Poseo el veneno sabroso de la soledad,
sus amargos tragos y ese remordimiento de haber dejado
en el camino algunos nombres.
Tengo en las manos la herida de una palabra mal escrita,
la sangre de un velero que se diluye en la memoria,
la locura de un abril sobre las rosas.
Nombro una droga prohibida como la dulzura de esa muerte
que llega hasta nosotros con el pelo mojado
y nos enamora un poco de la lluvia.
Nombro esa soledad que nos hace el amor como los frutos
y se deja caer, tan vegetal, como una rama.