Al menos con la voz



Al menos con la voz, escribo lo que siento y no lo que me dejan sentir. Con la palabra grito más allá de lo que me está permitido con la voz. Dilato los contornos de la realidad, amplío los perfiles de lo potencial. Pido deseos imposibles, destruyo leyes ilegales, amplío la cortedad de instantes que no debieran consumirse. Con la palabra duplico los sentidos, alcanzo más que con la vista, rozo lo inalcanzable o lo marchito, paladeo encuentros íntimos, escucho las intrigas de los difuntos, husmeo la antigüedad de los estremecimientos y las cifras.
Las palabras vienen a mí con significados ajenos, con paisajes extraordinarios y espacios dóciles, con grafías extrañísimas y mensajes secretos que no confío más que a la página en blanco. Todas las palabras poseen un interior desconocido, un más allá de la apariencia, como los seres humanos y las grutas y la hondura de los pantanos y los frutos de la tierra. Cada palabra contiene infinitas evocaciones, innumerables reminiscencias, parentescos insólitos y desheredados. Las palabras, como los ríos inaprensibles, jamás nos inundan de la misma manera, jamás transcurren en idéntica orilla. (La Nueva España, 30-07-08).
 

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