Los panes y los peces
Algo tenían sus manos
como de brote o pozo:
y aunque faltara el agua,
nos mojaban la sed.
Y aunque el sol no saliera,
tocarla, iluminaba.
Y aunque hubiera muy poco
y los días muy duros
y los meses muy largos
y nuestras bocas todas,
se restaba a sí misma
-tuvo que ser así-,
con tal de que a nosotros
-ilusiones y fruta, sueños y ropa nueva-
se nos multiplicaran.