Paz y poesía






PAZ Y POESÍA

Aurelio González Ovies

Cambiaremos el mundo con paz y poesía. No lo duden ustedes, y recuerden: con paz y poesía, porque son alimento que nutre y no destruye. Son el sabor indispensable de la luz. Fuerza de la corriente y del amor. Esencia de la altura y todo lo que cubre. Paz y poesía en la leche materna y en las enciclopedias que los niños aprenden de memoria y por siempre. Y en los alrededores de las fábricas y capitolios donde unos se enriquecen y otros se pudren. Paz y poesía en los vacuos discursos de los que nunca callan y mienten con vulgares anáforas y pronuncian promesas menos creíbles cada día. Y en los grises vagones que bajan a la vida de millones de seres que no conocen más que el llanto y lo insalubre.

Paz y poesía en los caros altares de los patriarcas y en sus manos cargadas de oro y frenesí que distancia y destruye. En las flechas y el arco que aún siguen despoblando la foresta y horadando linajes. En los uniformes de los que están carentes de libertad y gesto y pan y lumbre. Paz y poesía para todos aquellos que, sin pasado, cruzan países y presente en busca de futuro. Para quienes aúllan sin cesar en una enfermedad hecha costumbre. Para los inquisidores y los gusanos y las manchadas manos del timador, el fratricida y el verdugo. Paz y poesía incluso hasta en los muertos y sus ojos hundidos y su aliento de azufre.

Poesía y paz desde este instante tan fugaz hasta la eternidad más infinita. Desde mis vastos deseos hasta vuestra unidad indisoluble. Desde que somos hasta que no estemos. Desde la lluvia hasta la fiebre. Desde los sentidos que nadie ha percibido. Poesía y paz para las semillas que todavía no se han creado y la soledad que nos aguarda y el árbol que aún no espurre.


Poesía. Paz y poesía para los salarios de los que no hecho más que herir desde un principio. Poesía y paz para el olor a cáncer y su sabor a herrumbre. Paz desde donde comienza la tierra y allá donde termina. Poesía en su vértigo y en todas sus fronteras. Poesía en las horas de espanto y del adiós. Paz en los itinerarios de los prófugos y las oscuras leguas que arrastran de techumbre. Poesía y paz en los polos opuestos y en las armas ocultas. Paz en las intenciones de cualquier corazón. Poesía en la réplica de todo el que pregunte.

(La Nueva España, 11-11-2015)
 

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