Cuando hayamos llegado



Cuando hayamos llegado
nos dirán que la eternidad
tampoco es para siempre.
Echaremos de menos la ventana del cuarto
donde tú devanabas la penumbra
y sangraba la parra en la hora del otoño.
La eternidad, seguro, es un dócil camelo
antes de separarnos definitivamente.


 

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