Incertidumbres
¿Quién será el que, un día y otro día, maniobra los péndulos de esta realidad? ¿Quién subirá a poner el mundo en hora, mañana tras mañana, antes de que la luz oriente sus espejos hacia el Norte? ¿Quién estará detrás del clima, apuntalando sus rutas y su cansancio? ¿Quién con gigantescos arpones, a la captura de infortunios y plagas? ¿Será cierto el universo, serán verdad las fases de la naturaleza, las desdichas del hombre?
¿Alguna vez, posiblemente pronto, nos dirán que la noche no es la noche, que no habrá sol en unos lustros porque está en obras en los laboratorios; que la Luna es injertada? ¿Alguna vez, sin apenas tardar, descubriremos la sequedad del agua, el mecanismo del verano, la química de los atardeceres, el fundamento de la sangre? ¿Quién suministra el carburo a las estrellas; quién propone sus lejanos destellos; quién las pule y las apaga?
¿Cómo será el viento en su interior, de qué estará hecho el frío, de qué las circunstancias y los fracasos? ¿Cuánta pureza verterá la nieve en cada uno de sus descendimientos? ¿Cuánto sabrá la sombra de nosotros; qué sabemos nosotros de su silencio y sus frescas estancias? ¿La belleza, cuánto mide, dónde se oculta en tantas ocasiones, por qué se posa y permanece breve sobre tu cuerpo, en este instante, en estos campos y en esta rama? ¿De quién es el amor; quién nos lo arrienda eventualmente; quién lo echa a volar con anillos secretos; quién lo tiñe de púrpura y le inculca palabras?
¿Mira alguien lo que vemos; nos vemos como nos miran? ¿Si yo atisbo claridad y deseo el límite azul del horizonte, por qué tú presupones despedida y distancia? ¿Quién nos enfoca la contemplación; quién nos gradúa el alcance y las definiciones? ¿Y el pensamiento, podrá ser desahuciado en unos años; nos entrarán en él con dragas y linternas? ¿Cuántas toneladas de nombres y presencias acepta la memoria? ¿Por qué no se repiten los seres ni los árboles ni la temperatura ni las aves?
Si somos únicos, ¿por qué tan inconsistentes y tan infranqueables? ¿Por qué tan impasibles y tan brutales? ¿Quién asegura que no seamos lo mismo en otra carne, lo mismo en una sensación muy diferente? ¿Quién me corrobora que no hay regreso, que no poseo más opciones que llegar al final del camino y hundirme en lo que promulgan eterno?
(La Nueva España, 10 de febrero de 2010)