Señes d'identidá


Nun s’apagó, como dicen
los que quisieren callala.
Tien enceses les ventanes, nótense-y
les vigues firmes y el firme
bien asentáu. Siéntese’l fueu chispiar,
siéntese ferver l’orguyu. Vése-y
na mitá la nueche
vida viva, encandilada.

Nun s’apagó.
Ta equí,
y too tien nome,
too tien materia y forma,
too tien pesu y espaciu.
Y anque-y cortaren la llingua,
bastaría-y la so palabra.

Equí,
nesta estensión de verdín
onde se termina’l mapa;
nesta vega entrestallada poles montañes
al sur,
nesta cornisa, al norte,
lo más al norte’l
cielu,
lo más al borde l’agua.

Equí, au llevamos
dende fai munchu tiempu,
a tientes, esperando
qu’esmesen la nublina,
que bilten les promeses,
que nun tiren los finxos,
que quiten la tarrancha.

Porque entovía nos queden
munchos díes de gües en llibertá
y paisaxe;
muncha navina nueva pa esbillar
y semala.

Quédennos entovía pueblinos
asomaos
al picu la guapeza
y molinos que suañen
a la vera una ñora
y empeños pa boriar con aguante
pegollos;
y borrones qu’afumen en cuanto
más orbaya
y casones esbeltes, con curuxa
y capilla,
con escudu y palombos.

Entovía nos queden branos
ensin pradiar, pa que la brisa enrede
pente’l tallu l’alfalfa
y afuraque la voz col remangu
los topos;
y crucie l’andolina, cola argaña
nel picu,
hasta l’aleru l’horru.

Porque tenemos muncho
pa esmarañar aína, con estos
deos tozones como garfios d’un
ancla.
Quédennos tradiciones qu’aúllen
pelos montes
y rinchen nes rodaes del carru
la rosada
y brillen nos güeyucos
ñerviosos del raposu.

Quédanos tierra abondo
pa que cuerran
los ríos,
quédanos aire abondo
pa que’l futuru esnale,
quédanos mar abonda
pa salar la esperanza.

Porque too tien nome,
identidá
y arroxu.
Too tien llingua propia,
condición
y palabra.

No: Insomnios


No olvido aquellos días.
No borro aquellos miedos.
Madre, ¿Cuándo sea mayor
Tú serás ya muy vieja?;
¿tendré que enfrentarme un día al mundo
solo?
Ella siempre venía a darme un beso,
Me apagaba la luz
Y me decía:
no pienses esas cosas, hijo mío,
eres muy joven, anda,
todavía.
Pero cuando el invierno arremetía
furioso
contra las ventanas
y el triste crucifijo pendía sobre mí
tenebroso y oscuro
me aparecían los muertos
que había visto metidos en cajas.
Tanteaba la pera, encendía la bombilla
y con cualquier excusa la llamaba:
mamá, no sé si tendré fiebre,
tráeme un vaso de leche,
hazme una manzanilla.
Y entonces como siempre, como
a todas horas, ella estaba
fregando
y dejaba los platos y las potas
y me ponía el termómetro
y tanteaba mi frente.
Voy a quedarme aquí
para que no te muevas.
No me parecen décimas,
Tranquilízate, calma.

Y con su mano allí,
sobre mis pensamientos,
huían mis temores
y en breve me dormía.

Otras veces la guerra o el infierno
-paisajes que tanto ensombrecían
aquellos negros años-
me angustiaban el sueño a media noche
y gritaba su nombre.
Y entonces, como siempre,
como a todas horas, ella estaba sentada en la cocina,
cosiendo o repasando,
o escogiendo lentejas o picando
patatas.
Y clavaba la aguja en la pechera
y se allegaba al cuarto
y me frotaba el cuerpo
con alcohol de romero y con papel
de estraza.

Y con su tacto allí
posado en mis delirios
repetía en voz baja:
ya verás cómo pronto pasa esta noche
ya verás qué enseguida llega mañana.

No: Peaje


No sé si habrá distancia más lejos
que hasta mí. Mientras cae el otoño,
el mismo siempre, sobre esta extensa
tierra que tengo ante los ojos. Mientras
cruzan los buitres el cielo que diviso,
mientras las nubes bajas amenazan
con lluvia, mientras miro y contemplo
mis manos ya manchadas, mientras
hago memoria y recuento mi vida.

¡Qué cerca estoy de nada, qué lejos
de mí mismo!

No: Todo incierto


No siento lo que soy.
¿Soy lo que siento, acaso?

Esta luz tan exacta, tan
de octubre, tan perfecta
y azul desparramada,

este día tan amplio, tan
puntual, tan preciso
y brillante, tan esquivo,

esta mar tan indómita, tan
sola, tan poderosamente
fin siempre principio,
tan sólida metáfora
de agua

¿qué pensarán de mí,
de este cuerpo baldío?

No: Extraña posición


No es éste mi lugar, canta
en la ciudad un pájaro.
¡Qué extraño! ¡Qué hora más menguante
en medio de la vida! ¡Qué mañana
tan cortamente larga!
¡Qué vacío entre la multitud!
¡Cuánto cansancio, cuánta desilusión!
La luz es nueva, el día está empezando,
un tordo, escondido en los álamos,
me mira temeroso y canta.

No es ésta mi ciudad, ni yo soy éste
tan fuera de sí mismo,
tan a su espalda, tan solo,
tan distante,
tan vacuo, tan distinto.

Nunca he llegado a mí,
no me he parado a conocerme un poco,
no me he mirado nunca
frente a frente.
No me libré de equivocarme en vano.
No me he sabido comprender.
No me he tratado con cariño.
No me he sentido jamás libre.
No me he esperado con ilusión
ni asombro.
No utilicé cuando debiera el no.

No es éste el yo que pretendí. No soy mi este yo.
Desde mí hasta mí avisto tantos kilómetros
como hasta los muertos.

No: A estas alturas


No recuerdo más que lo que olvidé

No: Viaje a Fisterra


Para Aurora. Para Aurorita y Manolo y Alfonso, compañeros de ruta.

Non é o mesmo. Antes éramos
moitos.
Los ojos se le llenan de agua
mientras mira retratos
y cuenta y acaricia respaldos de las sillas.
Denantes éramos moitos cuando
o día de festa.
Viajamos entre pinos camino
de Fisterra. Paramos en su casa.
Nos enseña el jardín, el hórreo,
la piel de una mañana en Paradela.
Nos comenta que ahora ya no tiene ilusión
ni por el huerto.
Nos explica el porqué del distinto color
de las hortensias:
que si plantas dos juntas se enamoran.
que una se queda blanca
y otra azulea.
Gústanme os recordos. Pero teño xa tantos
que me pesan. A casa é moi grande,
aunque estou a gusto. Eu son
feliz eiquí,
coas cousas de sempre e coas miñas penas.
Paradela está quieta,
solitaria,
con el gesto sereno que tiene Aurora
mientras coge del árbol unas ciruelas.
Paradela: prados, cuadras,
tejados de lousas lánguidas,
o cruceiro dormido frente
a la iglesia,
el viejo cementerio, silencioso,
como todos los cementerios de la tierra,
como todas las horas de la vida
y del tiempo
de los muertos,
como toda la luz de Paradela.

Vamos hacia Fisterra. Ella se queda allí
con su bata de alivio, con su apego
al granito y una hermana que tiene costurera.
Es agosto,
verano como de un mediodía muy antiguo,
como de sol de piedra.


No: Contrariedad


No se parecen nada a lo que esperas.
No se parecen nada a lo que son.
No poseen riqueza que envidiarles.
No son felices más que a intervalos.
No piensan nunca lo que sienten.
No sienten nunca lo que dicen.
No dicen nunca lo que piensan.
No sueñan más que entre la oscuridad.

Nunca permiten que les asombres.
Nunca te tienden sus manos frías.
Nunca te escuchan con atención.
Nunca acarician la brevedad.

No se parecen a lo que exigen.
No son capaces de amar seguido.
No se liberan de sus costumbres.
No han aprendido a encontrarse solos.
No entienden ser fieles a sí mismos.
No les reviste más que el orgullo.
No se conforman con la salud.
No siguen leyes para matar.
Nunca se miran limpio a los ojos.
Nunca ejercitan el corazón.
Nunca se acercan a los abismos.
Nunca persiguen, nunca, el jamás.

No se parecen a lo que fueron.
No se entusiasman con las estrellas.
No saborean con gusto el agua.
No saben cuánto seda la sed.
No se detienen más que en las formas.
No echan de menos más que lo muerto.
No pierden tiempo, no encuentran tiempo.
No viven más que para huir de sí.

No viven. Huyen, cogen y tiran.
No viven. Huyen, vienen y van.

No: Carne de identidad


No. Nada. Nadie. Ni siquiera. ¿Para qué
tantas dudas?
Pudiera ser que nada fuera lo que parece
ser, así como jamás nada será
lo sido. Pudiera ser
que nada es lo que podía haber
sido; que nada ha sido
lo que pudiera ser, así como
jamás será lo que no pudo ser.
Pudiera ser que ser no sea más
que ser lo que no somos,
lo que jamás seremos,
lo que nunca hemos sido.
Pudiera ser que no ser, a veces,
sea más que ser, lo que por ser,
no somos y lo que no seremos
y lo que nunca fuimos.
Por ser, pudiera ser que nada sea
ni lo que ahora es porque está siendo.

Era el olor a lluvia...



Era el olor a lluvia y una cierta tristeza. No había nada
más que una luz hermosísima entre los maizales.

He vivido bastante.

Agosto: campos segados y atardeceres lentos. Caminos ya
muy viejos, campesinos, moras muy dulces, tordos,
manzanilla.

Morir ahora sería echar a andar y dejar atrás este momento, su belleza.

(C) Aurelio González Ovies
Con los cinco sentidos
Marian Suárez. Aurelio González Ovies
Cuadernos FÍBULA de Poesía
Avilés, 1997

Tras el fin


Cuando un libro termina, es como si marcharan algunos familiares y se elevara un pájaro de letras entrañables. Y estallara la tarde dividida y ausente, muy lejos de nosotros. Y en el paisaje cambian los límites precisos, la luz y el filamento del que pende el carácter. Y algo que nunca fue sucede desde entonces, para siempre y de pronto. Algo que no pensábamos ni imaginar jamás se instala en nuestras vidas, se posa en las ventanas, se mueve entre los árboles o nos hace llorar en ciertas ocasiones o nos roza en los labios como el agua más fresca o nos agrieta el alma como dolor punzante.

Cuando concluye un libro, se rescinde una época y dejamos atrás un presente inactual y un después y algún antes. Y se emprenden orígenes, insospechados brotes sobre nuestro destino del que apenas sabemos ni una página sola. Se inauguran un frío, un amor, una máscara. Y se obstruyen un plazo, una ilusión, un trámite. Conocemos poblados que en nada nos conciernen, descubrimos costumbres, contingencias y augurios, sospechamos indicios y en nuestros ojos vibran grandiosos ventanales. Acontecen confianzas en seres incorpóreos, degustamos sabores de frutos increíbles y nos hacemos cargo de culpas y de adeudos, de raros sentimientos, de una inquietud chocante.

Cuando un libro se acaba, empieza un recorrido por la melancolía. Y atravesamos rutas que nadie más entiende, así de esa manera, que nadie más comparte. Y nos encariñamos con futuros ilógicos, con mansiones ajenas, con sabores agrestes, con nombres que no son más que palabra en hebra, con rostros que llegan ni siquiera a ser carne. Y parece que llegan a nuestro corazón turbaciones insólitas, sonidos muy recientes, historias que se incrustan definitivamente en los pliegues purpúreos de la sangre.

Cuando se cierra un libro ya no somos tan «únicos nosotros» y nos entran temores y se enajena el ánimo y la fe es más incierta y demuda el semblante. Y se derrumba o crece una felicidad que nos vence o nos yergue, que nos marca esa hora irrepetible y breve, que eterniza ese instante. Y se conectarán en la frágil memoria personajes y aromas, ladridos de los perros, naturaleza y fábula, realidad de libro e invención de esa tarde. Subsistirán, tal vez, en sus lomos y título un recuerdo del viento, un animal al lado, una flor vistosísima, una jornada insulsa, un viaje, una canción, una nube muy rápida, un fulgor de tormenta. Algo muy similar a cuando se desgrana el volumen muy íntimo de un equipaje.
(La Nueva España, 11 de agosto 2011)

En presente









Ne me quitte pas
Il faut oublier
Tout peut s'oublier
Qui s'enfuit déjà
Oublier le temps
Des malentendus
Et le temps perdu

Y sé también qué significa la esperanza:
todo pudiera ser, pero no es nada.
Hemos venido a construir el nido en vuestros brazos,
a pasar un invierno junto al fuego
y recitar el frío de las cigüeñas. La vida es esto,
amor mío, esta mano que tiembla cuando quita tu ropa,
esta lluvia que arrolla en tus espaldas, este molino de agua
que hace girar tus ojos.
Estaremos aquí hasta que pase la bandada
con la que hemos llegado
y entonces cerraremos las puertas de la casa,
dejaremos los muros mirando nuestro vuelo,
y nos alejaremos. Todo seguirá igual
y alguna flor por mayo crecerá con tu nombre.
La vida es poca, amor mío, (si restamos las horas
en que nos preguntamos quién somos realmente
o salimos al mundo con la máscara puesta),
y los días se acercan tan puntuales
con sus rollos de luz,
que una pausa a mediados de la noche
rompería los péndulos del cosmos
y se vería en tu carne el secreto del tiempo.
Nos iremos. Eso es todo. Y en las verjas del patio
donde hemos sido hombre, niño, mujer, adolescentes,
enramarán tu alma para impedir el paso.

*

Y todos nuestros días terminarán.
Déjame recorrer los pueblos de tu carne,
reconocer la tierra que te forma
antes de que te lleve el aire poco a poco.
Hoy quiero compararte con el humo y no decirte
nada,
respirarte con la profundidad de los suspiros,
tocar efímeros tus labios,
deslizar tu presencia encima de mis dudas
y empezar a creer que no tenemos nada
que ver con la tristeza.

*

A savoir comment
Oublier ces heures
Qui tuaient parfois
A coups de pourquoi
Le coeur du bonheur

Ese río que pasa por tus ojos
y navega en silencio
y luego se desborda
y naufraga en tus labios
y entristece tu rostro.
Esa sombra que surge de tu sangre
y alborota tus huesos
y despeina tu forma
y anochece tus manos
y te aleja del mundo.
Ese fuego que te aproxima al nunca
y aniquila tu fuerza
y escala tus pestañas
y se inflama en tu llanto
y gira en tu no ser.
Esa tierra que te cae como lluvia
y apuntala tu boca
y siembra en tus palabras
y besa tu pasado.
Esa tierra maldita que te araña y te traga.

*

Lejos de nosotros hablarán de ti
tras los días grises.
Hablarán, mientras caiga la lluvia,
de tus ojos dibujados en griego,
de nuestra vida juntos al norte del pecado,
de tu cintura blanda como un banco de niebla.
Leerán el poema que siempre quise hacerte
y te sospecharán al modo de las diosas
de piel tostada que existieron
en las afueras de la tierra.
Lejos de nosotros, cuando la lluvia caiga
en nuestros nombres, sabrán que hemos estado.

*

Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas

Regresar, y encontrar vuestro olvido
con las puertas cerradas,
vuestros ojos de polvo mirándome, tal vez,
como a un desconocido.
Regresar, y saber que todo ha terminado
para siempre, que no puedo apostar nada a la vida,
que no volveréis nunca, que ya no seréis nunca.
Y aceptar que yo no he estado aquí
para mirar el tiempo en vuestro rostro,
para evitar el canto de los pájaros,
para romper las cartas de la muerte.
Regresar, y admitir que es tarde siempre
para esperar un poco,
que habéis dejado el cuerpo por la tierra,
que habéis seguido el rumbo de las hojas,
que habéis quedado atrás, definitivamente lejos.

*

Ahora estoy conmigo después de mucho tiempo
y pasaré las horas recorriendo los álbumes,
mirando vuestros rostros siglo a siglo.
Os agradezco la memoria. Pues sé que estáis
detrás de cualquier rosa,
yo sé que el sol os llega de repente
y que asomáis puntual al mediodía.
Volver a repasar vuestra presencia.
Comprender que no me queda nada de mí mismo.
Volver a daros gracias.

*
A Tuli

Moi je t'offrirai
Des perles de pluie
Venues de pays
Où il ne pleut pas

Me entristece el mundo.
Ya nunca más podremos ser jóvenes,
mirarnos con vergüenza
mientras estamos solos,
indagar en la noche el sabor de la niebla;
ya nunca más investigar tu cuerpo
cuando el sol te recorre como una lagartija
o conquistar las playas o abrazarnos
un segundo apenas sobre los cuchicheos
de las olas.
Qué pronto llega todo, qué pronto escapa,
sobre todo,
la belleza de estar viviendo a gusto,
de imaginarse libre mientras cruje el verano
y poder darte un beso más tarde de las once.
Y bordear tus rasgos
con la cintura azul de una genciana;
sobre todo, qué pronto muere el cuerpo.
Sí que me entristece
ver la luz reflejada en las tardes del agua
con forma de canción
o preguntarse a veces
donde os habrá esparcido el aullido del faro.
Es difícil palparse las estrías
y no acordarse un poco
de vuestra voz tostada como la adolescencia;
desenvolver un año encima de la mesa
y barajar a medias la nostalgia
y entrar en los perfumes
y marchar vida atrás por un domingo
en que no habita nadie
más que el viento.
Es verdad que me entristece,
que después de haber roto los recuerdos,
las cartas que escribíamos,
miramos si es posible
reconstruir la ausencia, los pliegos
en que hablabas
de no sé qué concierto
o el cierre del bar de los acantilados
donde siempre acudíamos a última hora.
Es verdad que me duele vuestra mirada turbia
de queimada y tabaco,
que mi puño se enrosca
como una caracola con el rumor
de vuestras carcajadas.
Y me entristece el mundo y más que nada
comprender tan así
que solamente somos un tópico
que oculta la rapidez del tiempo.

*

Je creuserais la terre
Jusqu'après ma mort
Pour couvrir ton corps
D'or et de lumière

Hoy como todos los días:
te levantas y piensas vagamente en todo lo que espera.
Nada. Esa es la palabra más llena,
nada como el polvo, como el humo,
como el silencio, nada como la vida misma,
como los cuentos de hadas, los mitos, las leyendas
y un et´cetera largo. Nada como los días.
Quiero que no te apagues como todos nosotros.
Te llamaré la rosa y otra vez la rosa.

*

Preguntadme quién soy, de dónde vengo.

Miradme solamente cuando no me veáis
y habladme si yo estoy delante.
La soledad es también un planeta
de silenciosos orgiásticos y frutos llenos
de agua. Si pudiera explicaros...

*

Je ferai un domaine
Où l'amour sera roi
Où l'amour sera loi
Où tu seras ma reine

Al otro lado del poniente
hay un oráculo de dioses ilegales
que te explican en ático porqué se escapa
el tiempo.
No piden nada a cambio
de izarte en uno de sus templos para siempre
o convertir tu boca en un perfume
de hierbas consagradas.
Pregunta por el camino más olvidado
de la tierra y no mires lo que se queda atrás
hasta la luz del alba.

*

Que nadie escriba un verso
para no hablar de ti.
Somos este paisaje que visita
la noche:
lejos hay un volcán que ya no llora,
las ruinas de unos ojos
y el deseo azulado que despluman los búhos.

*
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Pasa el tiempo
y es todo irremediable.
A un paso de nosotros
hay un donde sin suelo,
una lluvia enfermiza
que divide la tarde
en dos días diferentes,
un naufragio de rosas,
una tierra cubierta de silbidos
como un invierno.
Pasa, y tú cada vez a menos,
lo siento en el abrazo
que tiene las bisagras descontentas,
en la mirada gris
con que coses mi ropa.
Lo siento en tus paredes desconchadas,
en los retratos:
porque sonríes lejos,
porque arrugas las fechas en tu carne,
porque te pasa un río de sombras
cuerpo abajo, vida abajo.
Es todo irremediable, aunque te quiero.

*

Otras veces veniáis, aunque no fuera
agosto,
a encalar vuestra ausencia
y ventilar los cuartos del invierno.
Llegabais los domingos
en un seiscientos blanco -un recuerdo
que apenas sube ya las cuestas de mi mente-.
Eran días distintos, vosotros lo sabéis,
días con un sabor sin marca
que ya no vende nadie,
inusitados gestos en vuestros rostros
niños por detrás de los árboles.

*

Ne me quitte pas
Je t'inventerai
Des mots insensés
Que tu comprendras
Je te parlerai
De ces amants là
Qui ont vu deux fois
Leurs coeurs s'embraser
Je te raconterai
L'histoire de ce roi
Mort de n'avoir pas
Pu te rencontrer

Sólo tú sabes
lo que no escribo
cuando me encuentro solo
y te miro
y tu pelo se desborda como una cifra
de nieve.
Nadie descubrirá ese poema
entre los libros
que hablan nada más que de ti
en un idioma en blanco.

*

Esta puerta es el tiempo
que no va a ningún lado:
azul como la música que nos recuerda
un poco las ganas de llorar,
hay un hombre sentado
que piensa para siempre
y unas letras que dicen
que Toni amó a Teresa.
Hay una fecha clavada en las polillas
y un domicilio ausente
en un rostro de madera.

La vida es esa boca
redondeada con tiza.

*
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas

Quiero inmortalizarte
sobre el manual del agua.
Atar tu voz a los pies de la lluvia.
Predecir la nostalgia que causarán tus ojos.
Quiero, sencillamente,
nombrarte en algún sitio
donde no acuda el tiempo.

*

Hace tiempo que se fue el pecado.
Venid a este paisaje donde no tengo conciencia,
a este desierto enfermo de pirámides
y palmeras que esperan
con sus brazos abiertos.
Estoy deshabitado. Más que nunca.

*

On a vu souvent
Rejaillir le feu
D'un ancien volcan
Qu'on croyait trop vieux
Il est paraît-il
Des terres brûlées
Donnant plus de blé
Qu'un meilleur avril

Eres, dulce mía, ligera
como un tango de agua.
Pero no te confíes,
lo nuestro es esta tierra
condenada al destino,
esta tarde que huye como un sol de verano.
Lo nuestro es todo aquello
que cambia ahora, ahora, ahora
y entre ahora y ahora
nunca nada es lo mismo.

Eres, dulce mía, amarga como el tiempo.

*

A José y a Mariam, in memóriam

Et quand vient le soir
Pour qu'un ciel flamboie
Le rouge et le noir
Ne s'épousent-ils pas

Otra vez que volvamos
no dejaremos nada en el camino,
no quedaremos solos para siempre,
no buscaremos siglos en las piedras,
no cerraremos nunca nuestra casa
y el mar no borrará la arena
en vuestros nombres.

*

Para Chusa...

Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas

A veces tienes partes de infinita tristeza
y quedas en silencio mirando cómo callas,
con las manos marchitas alrededor del mundo.
Entonces, se me hielan el beso y la palabra.
Cuando nos conocimos era todo mentira,
los árboles, las calles, la luz sobre tu cara,
era toda una noche estrellada de orígenes.
Ya no te me pareces a tus ojos en nada.
Ya no amanece el sol por detrás de tu pelo,
ya no bajan los dioses a embadurnarse en tu alma.
Ya no puedo pensarte por encima de todo.
Ya no te digo siempre la primera palabra.
A veces tienes capas de imparable amargura
Y me asumo a tus huesos hundidos en las brasas.
Ya no puedo besarte los labios despoblados.
Ya no te me pareces, posiblemente, en nada...

*

Ne me quitte pas
Je ne vais plus pleurer
Je ne vais plus parler

Cuando nos demos cuenta
la vida habrá dejado de nosotros
una estación inédita
y un camino a mitad de la palabra.

*

Je me cacherai là
A te regarder
Danser et sourire
Et à t'écouter
Chanter et puis rire

Fui feliz con muy poco,
porque sus ojos de arena
marcaron las horas más felices de mi vida.

*

Laisse-moi devenir
L'ombre de ton ombre
L'ombre de ta main
L'ombre de ton chien

Partiremos de aquí
y todo lo nuestro
quedará en las sonrisas de las hiedras
que suban a buscarnos
olvido arriba.

*

Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas

JACQUES BREL

Más allá que haya lo que quieran
siempre que aquí estés tú.


(C) Aurelio González Ovies
Voz: María García Esperón
Música: Ne me quitte pas, de Jacques Brel, en distintas versiones

Poemas de álbum amarillo: Argos


Los caseros no atienden a sus ojos,

pero detrás de sus negras pestañas

oculta una tristeza tan redonda

que apenas le permite la mirada.

Por eso algunas veces con la cola,

cuando escucha el sigilo de las vacas,

dibuja sobre el barro en que reposa

retazos de impotencia y de desgana.

Y poco a poco el giro de las moscas

que rondan sobre él noche y mañana,

le han dado un parecido con las cosas

que a la muerte se pudren olvidadas.

Su hocico respingón ya tiene forma

del aullido más último del alma,

y de aquella nariz de caracola

tan única en los rastros de la caza,

cuelga la transparencia de una gota

que ya no puede secarse con la pata.

Y aunque sigue esperando, de su boca

sale de vez en cuando esa palabra

con que expresan los perros su derrota;

y lloriquea y cae y se levanta...

Poemas de álbum amarillo: Penélope de Ulises



Más allá de su casa el calor de septiembre
crepita en las higueras;
Penélope de Ulises, fiel espartana,
se ha asomado al balcón donde borda por siempre
y ahuyenta una pareja de gansos atrevidos
que va picoteando la flor de sus hortensias.
La casa huele a pan, a recuerdo de harina,
A esperanza nacida de una esperanza vieja.
¿Volverá? Quién sabe si en el mar
o a la luz de los faros,
después de tanto tiempo, se sigue recordando.
Y de repente canta (bien sabe por qué canta)
y de la comisura de sus labios
pende un temblor que es casi ya una lágrima.

Y el sol llega a sus ojos como una pesadumbre
―no hay nada más hermoso, sin embargo, que el rostro
de Penélope con la estela brillante de las lágrimas―.
¿Volverá? En momentos como este no deja de bordar
por no llorar delante de doncellas,
mas sus dedos no saben si bordan una flor
sobre el sudario
o anudan otro pétalo a su pena.
No se parece en nada a la mujer de piel campesina,
la más esbelta de Itaca,
que antaño llegó a ser la esposa deseada,
porque de tanta espera,
de tanto deshacer la tela de sus días
cuando la noche entraba, va quedando con hilos
que descosen la carne de su cara.
Se parece muy poco a la de brazos níveos,
por abrazarse tanto al llanto del crepúsculo,
por rehusar promesas de tantos pretendientes,
esperando las velas de las naves rojizas
que las olas del tiempo jamás, tal vez, acerquen.
Y a veces ya le ocurre lo mismo que a su perro:
que de ladrar atado al pie de su destino,
tiene la tirantez ahogándole en el cuello,
una marca amarilla de soledad y hastío
que le ha robado olfato, el aullido y el pelo.
Y nunca pasa nada sino la vida en vano,
las horas se suceden girando en el vacío,
como una rueca muerta varada en unas manos
que no darán más vueltas. Lo tienen prometido.
Penélope de Ulises, la solitaria de Itaca,
la del balcón abierto por si escuchara pasos;
Penélope de Ulises, la eterna bordadora
de su presente aciago, de su futuro mítico.
La esposa envejecida como un griego olvidado.

Poemas de álbum amarillo: Para Dido de Eneas


Te vi quedar llamándome en la niebla
sobre la almena más alta del palacio,
pero los dioses, Dido, no comprenderán jamás
por qué los hombres preferimos morir
a separarnos. Y aquella madrugada, sobre
las vigas rechinantes de mis naves
mil veces me grité:
¿por qué viniste a Libia, por qué no te amarraste
a la galerna?
Ahora ya no valen de nada mis reproches y mi odio
dibujará en las cenizas de tus labios
maldiciones
cada vez que pasen por tu ausencia
las sandalias silvestres de los vientos.

Recuerdo la primera noche que robamos
al brillo de tus ojos,
las caricias que había guardadas en tus
cofres y el perfume fenicio
que dulcemente, ahora, me describe
las rutas navegables de tu cuerpo.
Pero de nada vale, Dido, que te confiese
un poco esta agonía
si entre tus tierras y mi llanto
silban los trapos de la muerte.
Asómate otra vez como el abismo a los acantilados
y piensa que he venido a recogerte,
que he venido a buscarte con mis hombres
y en mis naves. Asómate al recuerdo y haz que vuelves
a ver en la borrasca un rostro marinero
curtido como el sándalo, agarrado a tus costas
desde que te creyó una mentira de la bruma.

Tocata y Fuga (ES MI PALABRA)


Ordenar estos datos es tal vez poesía.
P. G.
Sólo tengo una cosa que decir, una sola; 
nunca volveré a decírsela a nadie, y te 
pido que la recuerdes: en un universo de 
ambigüedades, esta certeza viene sólo 
una vez, y nunca más, no importa cuántas 
vidas le toque vivir a uno.
R. J. W.
Y agradece a la vida esos errores.
F. B.


(ES MI PALABRA)


Juro que no he perdido
la esperanza.

Todo es posible
hoy
desde mis ojos.
Todo lo que no encuentro,
todo lo que no alcanzo,

hoy,
-lo juro, sí-
será palabra. Palabra que yo diga
o me dijeron. Los músicos de Brema,
el exilio de Ovidio, las costas
de Steryópulos. John Perse y sus fantasmas,
los príncipes no azules, Arquíloco,
Joan Baez y su voz de bandera
y nordeste batiendo,


 (y etcétera...)


Sí, así se llama: palabra. Y escribiré
hasta el final

de los raíles del tiempo. Palabras
red


para atrapar la muerte. Palabras

hilo
de
fe
para seguir llevándome. 

Palabra sin ganancia equivalente al beso.

Palabras
cuyo verso, si lo atacan,
se yergue
y se inflama
cual
cobra
neotérica. Palabras
-lo prometo-
donde el dolor
no volverá a posarse
como un cuervo.

Palabras acentuadas con el cristal más fino
para brindar por nuestros privilegios.

Hasta palabras
Rosalía

de donde salta un ángel.

Palabra ,
que es tanto como ahora.
Palabra ahora,
que es cuanto como el humo.
Palabra ahora
como el amor y un siempre
una vez sola.
Palabra dicha,
que es menos que un instante,
palabra instante donde cabe


la vida.

Palabras dios
sobre todas las cosas

para los que son fieles
por encima de todo;
para los que surcaron mi niñez
con carabelas demócratas y aviones de cuartilla;
para los que, en la noche,
nos riegan las callejas sombrías
de la memoria;
para los que sonríen
e iluminan un trecho
como si se encendiera en tu interior un fósforo;
para los que promulgan diluvios
y se mojan.
Los que son tan hermosos, tan nuestros
como los años que no vuelven;
los que plantan cipreses en los huesos de Roma,
los que impulsan trirremes en las charcas
del sábado,
los que sueltan medusas en los mitos del Tíber;

los que nos pintan puentes naïf y carruajes vistosos
en el inevitable sufrimiento;

para los que han lanzado
desde el alto sentido -Federico y Octavio,
Biedma, Orozco, Celaya...-cañonazos y bombas
de humana poesía; (porque benditas sean
las horas, benditos los momentos,
Pepe Hierro,
en que te leí y sentí cómo mi piel
escapaba hacia tu idioma
y se me enamoraba).

Para los que amparan catástrofes y eclipses
como a una tribu más ya de su raza.


Los que valoran que un pétalo
es tan imprescindible como una concordancia.

Palabra eternidad con buitres
en
la
altura.

Hasta palabras Alejandra
en que una flor Pizarnik se abre
al viento.

Hasta
palabras más ocultas
que Pompeya. Hasta palabras
más Penélope

que solas.

Hasta palabras nORIa
donde giran los asnos

y fluye el río.

Palabras nerviosísimas de hipérbaton
y hormigas. Palabras
ilegales
que llegan a mis
acantilados.

Palabra
te respiro
te bebo
te seduzco
te amo
te penetro
te traiciono
y regreso
y tú me esperas


me acuestas en tu pecho
de epopeya
y me hablas  :

Qué de nosotros



QUÉ de nosotros
si rompiesen los cómputos.

Alguna verdad justificaría
la necesidad de mis mentiras.

Nos amenazarían, igual,
constantemente
siempre
continuamente
siempre
malditamente
siempre.

Estarían siempre a punto

el impacto y la víctima.

Descarrilaría el alma
si tropezara el cuerpo
mil nuncas y una noche
sobre
la
misma
piedra.

Dónde coincidirían el aire
y la cometa.

Volcarían los científicos
más sol en sus bidones.

La exactitud sería
alta

esbelta
gigante
como un verso labrado
en una raya.

Plegaría verdad el prospecto
en sus bálsamos.

Habría más hasta un muerto
que de Kavafis a Ítaca.

De dormir a morir una inicial
apenas,
menos de una vocal del no hasta el uno.

Vaciaría yo mi vacío
al llenar tu confianza.

Vería el crítico
arte

en el mural mEnTiRA.

Qué litros de abandono
inundarían el orbe. Qué juez
alcanzaría la dignidad de verso.
Qué actitud adoptar para quedar
palabra
eternamente

palabra.

Palabras.

Palabra Silvio con
Caribe y pateras
palabra en obras
rodeada de andamios  
palabra ermita
con el olor de la cera
palabra alero
con golondrina y nido
palabra fuente
con surtidor y alhambras.

Qué sería del amor



QUÉ sería del amor
si Pablo no llegara a construir
Yolanda
eternamente
palabra.

Palabra que recibe una
noticia
y se muere de pena

palabra mensajera

palabra que recibe una carta
y llora de alegría
palabra donde
bebe
Platero
su reflejo
palabras caserón
con balcones abiertos a un relato de Márquez
y bananos y almendros
palabra con los pechos
descubiertos
palabra enamorada
de su heredad sintáctica
palabra pelirroja
en plena infancia

palabra adonde Julia
a pesar de los pesares
baja a limar la vida


palabras
palabras

palabras. Palabra
interrogante
como
el
cuello
muy
tierno
de una jirafa nueva.


Encontraría algo con más cielo

más aire
más geografía
que en algún pronombre.
 

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